Casi el 50 % de quienes eligen la vacuna Pfizer aprueba y promueve discursos de odio, mientras que la Sputnik V es la que genera mayores preferencias. Así lo revela un estudio realizado por el Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA/Lectura Mundi – Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) que muestra, entre otras cosas, cómo los argentinos se identifican con las marcas de las vacunas, y qué relación tienen con los mensajes de odio.
La encuesta registró que la vacuna con mayores preferencias es la Sputnik V, elegida por un 13,21 % de la muestra. Detrás aparecen la fabricada por AstraZeneca -11,11%-, Pfizer -9,21%- y Sinopharm -5%-, mientras que uno de cada tres encuestados no tiene preferencias.
Un dato relevante es que una de cada cinco personas duda sobre la eficacia o directamente rechazan la vacuna contra el coronavirus.
El informe Discursos de Odio en la Argentina señala que habría “una relación entre grupos de preferencia de determinadas vacunas y modos muy violentos de participación en la esfera pública”. Según los resultados de la encuesta, entre los que eligen la vacuna Pfizer, desarrollada en los Estados Unidos, un 45,8 % aprueba y promueve discursos de odio.
Los porcentajes se mantienen en el mismo nivel para aquellos que prefieren la vacuna de AstraZeneca, desarrollada por el Reino Unido: un 41,1 % promueve los discursos de odio.
Sin embargo, la relación se modifica de manera contundente entre aquellos que elegirían vacunarse con la Sputnik V, del laboratorio ruso Gamaleya. En este caso, sólo un 14,0 % aprueba los discursos de odio, mientras que un amplio 70,8 % los rechaza. Lo mismo sucede en relación a los que prefieren la vacuna china Sinopharm: un 21,9 % se manifiesta afín, mientras que el 67,7 % está en contra.
Para esta investigación, el LEDA hizo un relevamiento de más de 3.000 casos poniendo el foco en los discursos racistas y discriminatorios hacia los extranjeros y el colectivo LGTB+, pero también recabó las preferencias a la hora de recibir una vacuna contra el Covid-19.
“En la esfera pública pareció activarse la memoria de un conflicto que polarizó al mundo: comunismo/anti-comunismo. Si a los primeros se los demonizaba, a los segundos se los asociaba con el diálogo democrático. Sin embargo, en el cruce con el índice de Discurso Del Odio (DDO) la asociación parece indicar un sentido inverso”, dice Ezequiel Ipar, doctor en Ciencias Sociales y director del proyecto.
“Las preferencias o los ‘gustos’ en torno a las vacunas se transformaron en un prisma de nuestra cultura y del modo en el que usamos ese trasfondo cultural para enfrentar la pandemia”, explica.
El relevamiento también muestra que entre los convencidos de que en las vacunas “hay algo raro”, el porcentaje de quienes promueven DDO asciende a 34,9 %. Entre los que consideran que “no hace falta vacunarse” el porcentaje es similar: un 34,1 % se manifiesta a favor estos discursos. Para completar, Ipar señala que entre quienes aceptaban cualquier vacuna “sólo un 17,1 % aprueba o promueve los discursos de odio”.
Desde hace meses, el Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (Leda/Lectura Mundi – UNSAM) investiga el alcance y la propagación de los discursos de odio en Argentina, cuyo crecimiento sostenido resulta alarmante. Con ese fin, el Leda construyó un índice que describe desde un plano analítico y sociológico las disposiciones de las personas hacia los discursos que promueven, incitan o legitiman “la discriminación, la deshumanización y/o la violencia hacia una persona o un grupo de personas en función de su pertenencia a un grupo religioso, étnico, nacional, político, racial, de género o cualquier otra identidad social” en la esfera pública digital.