Por Eduardo D’Argenio.- Por estas horas, Patricia Bullrich debe estar preguntándose de qué sirvió tanta entrega por la causa macrista, si realmente valió la pena recorrer los canales amigos y disparar desde su cuenta de Twitter contra todo lo que dijera o hiciera el Gobierno de Alberto Fernández. En definitiva, y parafraseando el título de la película de Pedro Almodóvar, la titular del PRO se habrá preguntado aquello de “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”.
Es que, más allá de las declaraciones de rigor para la tribuna, con la necesidad de buscar la unidad, de mostrarse como una abnegada mujer que piensa en el futuro de su sufrida patria, y de querer mostrar su actitud casi como un “renunciamiento histórico”, hay una verdad incontrastable, y es que, esta vez, a la ex ministra de Seguridad le tocó morder el polvo de la derrota, y ver cómo el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se salió con la suya.
Y ni hablar del inevitable trago amargo que debe experimentar, ante lo que significa el retorno al territorio porteño de la ex “orgullosamente bonaerense” María Eugenia Vidal, quien finalmente le terminó ganando la pulseada a pesar de su silencio y de haberse mostrado casi al margen de la política.
Está claro que el llamado “larretismo” está festejando, al haber logrado imponer su pretensión, haciendo valer su peso del poder político-administrativo que acumula no sólo en su ciudad, sino en lo que tiene que ver con el armado en la geografía bonaerense, con el impulso del vicejefe porteño, Diego Santilli, para encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales en la Provincia.
Y en escenario aparecen, como verdaderas cuñas a las pretensiones de Rodríguez Larreta para posicionarse hacia el 2023, las figuras del intendente de Vicente López, Jorge Macri, y del neurólogo radical Facundo Manes.
El desafío que tienen por delante las huestes de Juntos por el Cambio, si se tiene en cuenta que ese espacio debe renovar los 15 diputados nacionales obtenidos en la mejor elección de su corta historia en la provincia de Buenos Aires: en 2017 sumó el 42 % de los votos, casi cinco puntos por encima de lo logrado en 2015 y en 2019.
Teniendo en cuenta la inminencia del cierre de la presentación de listas para las PASO (el 24 de julio), el escenario pronostica que se vendrán jornadas frenéticas entre los cambiemitas.
“Son semanas de negociación para buscar el acuerdo más amplio y la lista más competitiva, entendiendo que la UCR ya puso en la cancha a Manes y Posse también quiere competir”, afirman allegados a Larreta y Santilli. La apuesta, según fuentes del mismo sector interno, es “lograr la lista más amplia y de mayor representatividad, como se hizo en la ciudad”.
Cerca de Santilli consideran que la elección “es muy relevante para el futuro del país, para equilibrar las fuerzas en el Congreso, y eso implica poner al candidato que mejor mide”. Aseguran que, “según las encuestas, ese dirigente es Santilli, por conocimiento e imagen positiva”.
En tanto, y después del lanzamiento formal de Manes como candidato de la Unión Cívica Radical, Bullrich pidió que en la provincia de Buenos Aires quien encabece sea un representante del PRO. “Vamos a tratar que (el candidato) sea PRO, no por egoísmo sino por representación social”, dijo.
Y si hay algo que también quedó claro en los últimos días, es que en el medio de la disputa por los lugares en las listas, fue Mauricio Macri quien le soltó la mano a Bullrich, después de haberse reunido por separado con Rodríguez Larreta y Vidal, y viajar a España, desde dónde afirmó: “Quiero ser bien claro: soy una persona de consulta desde mi experiencia, pero no peleo lugares ni me meto en discusiones internas”.
Incómoda ante el panorama, y haciendo ingentes esfuerzos por seguir mostrándose fuerte, Bullrich dio a conocer una carta pública, donde aclaró que no es “imprescindible” para esta elección, y prometió dedicarse a recorrer el país como titular de Pro y manejar el armado de listas.
“Quiero, con mi renuncia, acercarme a la ciudadanía desde donde siento que puedo hacerlo con más profundidad y contribuir a mejorar la calidad de nuestra convivencia solidaria”, escribió.
Lo que no deja de llamar la atención, es el curioso punto de vista por el cual la ex ministra de Seguridad intenta mostrar la imagen de que decidió bajar su candidatura a pesar de estar segura que, ante una eventual interna, no hubiese tenido problemas en derrotar a Vidal.
“Yo estoy convencida de que esta es una elección que yo ganaba. Si yo gano una elección contra mi propio jefe de gobierno, el kirchnerismo le entra por todos lados. Y eso sería una irresponsabilidad institucional de mi parte”, pretendió explicar.
Por supuesto, aunque jamás lo dirá, por la cabeza de Patricia Bullrich debe rondar la idea de cómo ese espacio al que por poco le entrega su vida, al fin termina premiando a quienes estuvieron en silencio, en detrimento de los que pusieron el cuerpo y nunca dejaron de denunciar.