“Todo es mentira”. Con estas tres palabras y, como siempre, faltando a la verdad y echando culpas ajenas, Mauricio Macri intentó desmentir la colaboración de su gobierno con el golpe de Estado contra Evo Morales en noviembre de 2019, a pesar de las pruebas contundentes que así lo acreditan.
Lo llamativo (o no tanto, en realidad) es que transcurrieron 48 horas para que el ex presidente se animara a hacer su descargo a través de una carta pública en la que insiste que lo que ocurrió en Bolivia no se trató de un golpe, y hasta se jata de haber promovido “la ayuda humanitaria” al permitir el asilo de funcionarios del gobierno depuesto en la embajada argentina en La Paz.
Sin embargo, la débil y no creíble argumentación de Macri tiene la particularidad de haber sido desmentida dos días antes por el entonces embajador argentino de su gobierno en el vecino país, Normando Álvarez García.
Según Macri, “dimos asilo en la embajada argentina a funcionarios de Evo Morales e incluso sus familias, junto a periodistas argentinos asignados en ese país”. Es cierto lo de la protección a los enviados de los medios argentinos y hasta lo de los funcionarios bolivianos, pero la cuestión esl que esto último no fue la orden emitida desde la Casa Rosada.
Así lo sostuvo el ex embajador, quien a través de una nota en la que buscó deslindar responsabilidades, aseguró que por aquellos días de 2019, “con una fuerte decisión personal, más allá de las políticas definidas por el gobierno argentino, decidí con una fuerte convicción recibir a funcionarios de Evo Morales para su protección dentro de la Residencia Argentina”.
En otras palabras, queda demostrado que el actual ministro de Trabajo de Jujuy desbarata la falsa afirmación de Macri cuando dice que su decisión iba en contra de las políticas definidas por el gobierno argentino de entonces.
Es más, Álvarez García devalúa todavía más las palabras de Macri, cuando indica que “solicité a diferentes dirigentes y funcionarios argentinos autorización (que no fue concedida) para que el avión de Evo Morales pudiera aterrizar en Argentina”.
El ex embajador se refiere al avión que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, había enviado para sacar vivo a Evo de Bolivia, y tanto el mandatario mexicano como el presidente electo Alberto Fernández, negociaban justamente con el comandante de la Fuerza Aérea Boliviana, Jorge Gonzalo Terceros Lara, para que se permita el aterrizaje del avión y su posterior despegue.
La aclaración del ex embajador prueba la inexistencia de la “ayuda humanitaria” declamada por Macri, ya que el avión debía decolar de Bolivia y necesitaba repostar combustible para regresar a México. Ni Ecuador ni Perú daban el permiso. Fernández llamó a Macri y le pidió que dejara aterrizar el avión, pero el entonces presidente se negó.
Un dato no menor es que en esa oportunidad Macri se negó al aterrizaje porque quería “evitar las manifestaciones y protestas”. Sólo faltaban unas semanas para el cambio de gobierno, y aún así, el ex presidente se negó a “ayudar”.
En otra parte de su escrito, Macri dice que “tanto el ex embajador argentino Normando Álvarez García como el ex comandante general de la Fuerza Aérea boliviana, desmintieron la denuncia de conspiración y la autenticidad de la prueba que se presenta con apariencia documental. Todo lo dicho es falso”, dice y también califica la denuncia del gobierno de Bolivia como “intempestiva”.
Sin embargo, en ese país se viene investigando las responsabilidades políticas y militares del golpe de Estado. Es más, el ministro de Defensa de Bolivia, Edmundo Novillo, demostró la existencia y la veracidad de la carta de agradecimiento que Terceros Lara le había enviado a Álvarez García. En los archivos de la Fuerza Aérea Boliviana está el original de salida de la nota e incluso en el libro de registro de novedades de la embajada argentina en La Paz está asentado el ingreso del sobre con la nota.
Debe ser por esa razón que la carta de Macri rápidamente acusa al presidente Fernández de sumarse a esta operación y considera que es la prueba de una supuesta debilidad de su gobierno: “En un solo acto Alberto Fernández logró devaluar su palabra y su firma”, indicó.
Macri utiliza buena parte de su carta para atacar al gobierno de Alberto Fernández: “Es una desgracia para todos los argentinos tener un presidente que carece de credibilidad; que dice algo y que al poco tiempo se conoce que es mentira, que en todas sus declaraciones trata de falsear, engañar, esconder, que nunca cumple y siempre tiene excusas para echarle la culpa a otros”.
El ex presidente rápidamente se olvida del tema Bolivia, y de ahí que su carta se concentra en denunciar que es perseguido y dice que el gobierno busca “desviar la atención del fracaso en el manejo de la pandemia, del fracaso económico y del fracaso de la gestión de las vacunas”, y agrega que “el gobierno puede dar muchas explicaciones sobre por qué no tuvimos a tiempo las vacunas que teníamos que tener, pero sin importar lo que diga, todos sabemos que miente”.
Por último, elabora una disimulada defensa del laboratorio Pfizer al sostener que el gobierno “no quiso traer vacunas norteamericanas y postergó la salud pública por razones ideológicas. Esa decisión militante costó el trabajo y la vida de miles de argentinos”, afirmó quien durante su gobierno frenó la construcción de hospitales, degradó el Ministerio de Salud a secretaría y dejó vencer millones de vacunas.
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