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27 abril, 2024
PROVINCIA

Luego de la derrota electoral, Kicillof decidió sumar volumen político a su gestión

Por Alfredo Silletta

Los números no mienten. De los casi 13 millones de votos que el Frente de Todos obtuvo en las elecciones de 2019 bajo a los 6,9 millones en las pasadas elecciones. Una catástrofe que repercutió en todo el país y en especial en la provincia de Buenos Aires donde el FdT bajo del 51% de los votos  a solo un 33%, cuatro puntos menos que Juntos.

Son números que asustan pero hay una esperanza para las elecciones de noviembre. El bonaerense no cambio el voto del FdT por el de Juntos, simplemente no fue a votar, se quedo en su casa o voto en blanco. La bronca es lógica cuando observamos que no hay trabajo, que 3 de cada 4 chicos del conurbano comen con suerte una vez al día, y todas las promesas del gobierno no llegaron, incluso las obras que se dicen todavía no son una realidad en el barrio.

El gobernador confió en el Plan de Vacunación, quizás una tarea cíclope, que llevó adelante para que todos tengan la vacuna, pero no alcanzó. La gente está desahuciada y no tuvo ganas de ir a votar, bronca porque las esperanzas de una vida mejor no se produjeron. Desde el oficialismo dirán que vivimos una pandemia y es verdad. Pero a la falta de trabajo se sumó el cierre de escuelas para mantener la virtualidad escolar. Ahí la batalla cultural la ganó la oposición mostrando que en CABA ellos mantenían la presencialidad y, aunque no fue todo tan lineal, la batalla cultural la ganaron. Llama la atención que la ministra de Educación bonaerense, Agustina Vila, no se la conozca en dos años de gestión. No habla, no se muestra, quizás sea el próximo cambio ministerial.

En la tercera sección electoral hubo un triunfo pírrico del FdT. Se ganó pero se perdieron 800 mil votos, ya que solo votaron al FdT cerca de 1.200.000 votos. Tomemos el caso de La Matanza, donde la lista de Tolosa Paz obtuvo 303 mil votos, 200 mil menos que en las primarias de 2019. La gente tenía bronca y no fue a votar pero hay una luz de esperanza que esa bronca no fue a Juntos, que mantuvo los mismos votos que en elecciones anteriores.

En la sección primera, norte y oeste del gran Buenos Aires,  también voto el 64% del padrón y de ese porcentaje un 4% en blanco y en los municipios que se ganó, fue por mucho menos. En Moreno, por ejemplo se perdieron casi 100 votos y en Merlo se ganó con solo el 39% de los votos.

En las reuniones de la semana pasada entre los jefes comunales y el gobernador, los intendentes mostraron esos números y además fueron críticos con algunas áreas del gobierno provincial. Ya contamos que hubo criticas a Educación y también a Infraestructura donde la ejecución del presupuesto ronda apenas el 40 por ciento en septiembre.

Cristina Fernández de Kirchner, luego de una agitada semana para que el gobierno nacional comprendiera las razones centrales por las cuales se perdieron las elecciones, decidió que además de cambios económicos urgentes hay que cambiar a los funcionarios que no funcionan. Un gestó simbólico. El fin de semana analizó el tema con Axel Kicillof y, sin dar nombres como lo hizo con Fernández, argumentó sobre la importancia de darle volumen político a la gestión bonaerense.

En el día de hoy jurarán tres dirigentes con volumen propio. Martín Insaurralde será el nuevo jefe de Gabinete, un intendente que ganó en su territorio y conoce el barro del conurbano. Mantiene una excelente relación con el presidente, con Cristina Kirchner y el gobernador. El segundo intendente que se incorpora al gabinete es Leonardo Nardini, de Malvinas Argentinas, que ganó ampliamente todas las elecciones en su distrito desde el 2015 en adelante. Nardini es un jefe comunal que habla poco pero hace mucho y en estos seis años ha transformado su municipio. Tendrá la tarea que las obras lleguen  rápido a todos los municipios.

La diputada Cristina Álvarez Rodríguez reemplazará a Teresa García que asumirá como senadora provincial. Es un gran cuadro político, una verdadera armadora en el lugar que le toque estar. Fue ministra de Gobierno desde el 2011 hasta el 2015 con Daniel Scioli, conoce a los jefes comunales y sabe coordinar muy bien su trabajo. Mantiene una muy buena relación con el presidente, con Cristina, Máximo y Sergio Massa.

Los tres le darán volumen político a la gestión. Hay que volver a enamorar y dar respuestas económicas claras a quienes confiaron con su voto en las elecciones de 2019.

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