“Quedó claro que lo que les importa es que lograron conformar una nueva mayoría. No les interesa la boleta única, lo único que les interesa es que haya una demostración de una mayoría mínima circunstancial con el objetivo de instalar un titular”. Con énfasis, el titular del bloque del FdT, Germán Martínez, reflejó el rechazo del oficialismo a la propuesta del sistema de Boleta Única de Papel, que se transformó en una obsesión para los representantes de Juntos por el Cambio, quienes en cada elección alertan sobre el peligro de un fraude que jamás se concreta.
Anoche la Cámara de Diputados le dio media sanción a la iniciativa, oportunidad en la que la oposición unificada logró dar un paso adelante con una idea que modificaría el sistema electoral vigente, donde cada frente político presenta una boleta de papel en el cuarto oscuro.
Para el Gobierno, el debate por la boleta única es una bandera política de la oposición, que pudo alinear posturas entre los distintos bloques parlamentarios, que logró ganar la agenda pública. En otras palabras, se trata de una movida estratégica que no tiene sustento en fallas graves del sistema actual.
Por eso mismo, en la Casa Rosada consideran que el debate se está dando sobre un sistema electoral que no está en crisis y que no padece problemas de gravedad, reconociendo que puede tener fallas, pero que no ha generado denuncias de corrupción o fraude.
Y, sobre todo, un sistema con el que en los últimos veinte años han ganado elecciones los dos frentes políticos más importantes del país, alternativamente, y donde las coaliciones o partidos más pequeños no han realizado denuncias de fraude que hayan alterado o modificado los comicios.
“¿Cuál es el problema que hay que solucionar? ¿Cuál es el impacto positivo de la boleta única? En Argentina hay una participación promedio del 75% del padrón electoral. Si hubiese problemas graves, no sería tan alto”, destacan en el Ministerio del Interior.
En ese sentido, en el oficialismo consideran que la iniciativa que aprobó la Cámara baja solo complicaría la elección del 2023, en la que es posible que el Frente de Todos y Juntos por el Cambio tengan una PASO. “La implementación a las apuradas no tiene demasiado sentido cuando el sistema actual está funcionando bien”, indicaron en el Gobierno nacional.
Además, entienden que el robo de boletas, que siempre se suele denunciar en las elecciones, no está contabilizado ni hay claridad sobre cuál es el impacto real que tiene en una elección donde hay miles de mesas distribuidas en todo el país.
Entre otras disposiciones que establece la reforma, los electores podrán elegir una lista completa marcando en un solo casillero, solo se verá hasta cinco candidatos a legisladores nacionales –mientras en los cuatro distritos más populosos donde hay más candidatos, Capital Federal, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, habrá afiches en las escuelas con el listado completo– y se permite el proceso de simultaneidad y concurrencia en las provincias, para que cada jurisdicción tenga la libertad de adherirse o no al sistema nacional.
Un punto central de la oposición en su defensa a la boleta única es que es más económica. Pero en la cartera encabezada por Wado de Pedro aseguran que es a la inversa, asegurando que la implementación del nuevo sistema tendrá un costo más elevado.
En definitiva, el Gobierno mantiene una posición contraria a la implementación de la Boleta Única de Papel. Y en ese punto, a diferencia de otros tantos de la gestión, hay coincidencias entre la Casa Rosada y el kirchnerismo: ninguno respalda el proyecto.
Ahora la iniciativa pasar al Senado, donde Juntos por el Cambio, principal impulsor del proyecto, suma 33 votos, y necesita cuatro más para poder aprobarla. El primer objetivo es avanzar con el proyecto que recibió media sanción, pero nadie descarta que puedan discutirse cambios en el tratamiento en comisión para lograr un consenso mayor y concretar la modificación del sistema electoral.
En caso de convertirse finalmente en ley, al final del camino el presidente Alberto Fernández podrá definir si veta o no la ley, aunque hace un mes anticipó su postura sobre la implementación del nuevo sistema, cuando dijo que “el sistema electoral argentino es una de las pocas cosas que anda bien en la Argentina. Nunca hubo cuestionamientos de fraude ¿Para qué cambiar?”.