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18 abril, 2024
PAÍS

Béliz, el hombre del Opus Dei que pasó de “zapatitos blancos” a “Lopecito”

Por Alfredo Silletta

“Dios los guarde”, fue el final de la breve carta manuscrita de renuncia de Gustavo Béliz a cargo de Secretario de Asuntos Estratégicos, al enterarse que ya no manejaría las relación con los Estados Unidos. Ni una palabra de agradecimiento al presidente Alberto Fernández  que confió en su figura pese a sus desmanejos en contra del Frente de Todos y en especial hacia Cistina Kirchner.

Durante casi dos años y medio no se conocieron fotos de Béliz en la gestión, pese a que fue  el hombre de mayor influencia sobre el presidente, el que insistía que rompa con el kirchnerismo, el socio mayoritario de la coalición, y el que se negaba a que Argentina cerrara los acuerdos comerciales con China y Rusa, priorizando un vínculo comercial inexistente con los Estados Unidos.

En la dirigencia del Frente de Todos y en especial en los legisladores del oficialismo se lo empezó a llamar “Lopecito”, en recuerdo de José López Rega, ya que se oponía a todos los acuerdo comerciales con China como la construcción de Atucha III, el G5 con Huawei y las represas en Santa Cruz que hubieran implicado el ingreso de millones de dólares.  Para muchos legisladores era el “hombre de la Embajada de Estados Unidos” en la Casa Rosada.

Zapatitos blancos. Béliz fue un joven abogado que hizo estudios de posgrado en la London School of Economics y de regreso al país se sumó al gobierno de Carlos Menem en 1989, primero como presidente del Instituto Nacional de la Administración Pública y en 1992 como Secretario de la Función Pública.

Hombre del Opus Dei fue el encargado de acordar con la oposición la reforma de la Constitución.  Beliz acordó con Alfonsín y De la Rua la reforma constitucional y le comentó al presidente que había que llevarla adelante pero sin la reelección. Menem hizo silencio y el funcionario asoció silencio con consentimiento. En declaraciones al diario Clarín, el joven ministro se hundió solo: “No es posible la reelección a cualquier precio… Si alguien cree que la reforma constitucional se lograra comprando votos, está loco…. El menemismo está en un punto de inflexión en el que tiene que decidir si se desvía hacia el lado de los alcahuetes y los mediocres o va a para el lado de los funcionarios con prestigio como Cavallo, Ortega o Reutemann.”

“Zapatillos blancos”, como lo llamaban los riojanos fue eyectado del gobierno. Menem le pidió a Luis Barrionuevo que se encargara de la reelección y en poco tiempo acordó con el Coti Nosiglia. El Pacto de Olivos permitió la reforma de la constitución y la reelección del presidente.

Béliz entonces armó su partido porteño Nueva Dirigencia y fue electo legislador en1997. Dos años después realizó una alianza electoral con Domingo Cavallo para las elecciones presidenciales.

Represión. Cuando Néstor Kirchner comenzó a caminar el país en el 2002, su jefe de campaña Alberto Fernández acercó al sector de Nueva Dirigencia al proyecto del santacruceño. La designación de Ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos por parte de Néstor Kirchner en 2003 sorprendió a muchos. El hombre del Opus Dei se hacía cargo de la Justicia y la seguridad, aunque Kirchner decidió sacarle el control de la Secretaria de Derechos Humanos que dependía de su ministerio y se la entregó a un militante histórico de los derechos humanos, Eduardo Luis Duhalde.

Una semana después de asumir, Kirchner recibió a todos los organismos de derechos humanos en la Casa Rosada. Muchos periodistas esperaron la palabra de Hebe de Bonafini, quizás la dirigente de derechos humanos más crítica de los políticos. Al salir dijo:  “Nosotras vinimos creyendo que era igual a todos, que era lo mismo que (Carlos) Menem y nos dimos cuenta de que no es así. Nos equivocamos, no todos son lo mismo”. Y ahí mismo agregó que le había pedido al presidente que despida al ministro de Justicia Gustavo Béliz porque “es un hombre  de derecha, casi fascista”.

Néstor le ordenó a Beliz la prohibición del uso de armas de fuego contra quienes manifiesten y tampoco la represión a las protestas populares. El ministro había nombrado al fiscal Norberto Quantin, un conservador de derecha que integraba un grupo llamado los Centauros junto a José María Campagnoli y Pablo Lanusse, poco amable con las protestas.

Un año después, Quantin ordenó reprimir una manifestación frente a la Legislatura porteña. El presidente no dudo y le pidió al ministro que lo eche. Beliz desobedeció la orden y habló en forma positiva del fiscal frente a los medios y Kirchner no dudó en echarlo también. Paralelamente, el  ex ministro estaba enfrentado al agente de la SIDE,  Antonio Jaime Stiuso, y en un programa de televisión mostró su foto. Le costó el inicio de una causa penal, por lo cual se fue a vivir a Washington  a partir de 2005 hasta el 2019. En los primeros años trabajo en el Banco Interamericano de Desarrollo y desde el 2014 dirigió el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL).

 

“Dios los guarde”, dijo Béliz en su renuncia. Quizás debería decir “Dios me guarde”, ya que el Papa Francisco degradó la Orden del Opus Dei y a partir del 4 de agosto de este año el prelado responsable del Opus no podrá ser obispo ni podrá portar los ropajes ni el anillo episcopal. En pocas palabras los degradó  y los intervino para quitarle sus manejos elitistas y demasiados oscuros, sin olvidar la degradación de las mujeres en la Prelatura.

Un enemigo menos del Frente de Todos en la Casa Rosada.

 

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