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La Plata
27 septiembre, 2025
PAÍS

Dos argentinos en Nueva York: uno se arrodilla, otro se planta

Por Alfredo Silletta

La administración Trump decidió que debía salvar al presidente Javier Milei —el único gobierno de derecha en América Latina— de un inminente default y de la posibilidad de que un gobierno peronistaganara las elecciones para luego negociar con China. La ayuda fue contundente: un swap de 20.000 millones de dólares, la compra de deuda argentina y el fin de las retenciones cero una vez que el agro aportara 7.000 millones de dólares. A partir de ahora, el campo volverá a pagar para que el Banco Central recompre divisas. Resta conocer las cláusulas secretas de lo que Estados Unidos exigirá a la Argentina.

La pelota, ahora, la tiene Milei. Deberá aceptar la flotación plena del tipo de cambio, eliminar el régimen de bandas, romper con el gobierno chino y otorgar privilegios para la compra de empresas nacionales, del litio y de las llamadas “tierras raras”. El campo seguirá pagando retenciones mientras no habráasistencia para los sectores más postergados: jubilados y asalariados. Ayer, el jefe de Gabinete admitió que incumplirán la Ley de Emergencia en Discapacidad, así como las emergencias para docentes y los ATN que reclaman los gobernadores. La respuesta del Congreso fue inmediata: el peronismo y la oposición moderada citaron a Guillermo Francos —con posibilidad de destituirlo— y, lo más grave para el presidente, también convocaron a Karina Milei para que explique el escándalo “Libra”.

Kicillof en Nueva York

Mientras Milei se reunía con Trump y con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, el gobernador Axel Kicillof viajó a Nueva York invitado por los principales líderes progresistas de América Latina para homenajear a Pepe Mujica y defender la democracia. Estuvo acompañado por los presidentes Lula da Silva (Brasil), Gabriel Boric (Chile), Gustavo Petro (Colombia), Yamandú Orsi (Uruguay) y el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez. “Vengo aquí a reivindicar la democracia. A pesar de que se intentó instalar que esta vez el ajuste cruel y despiadado era acompañado por nuestra sociedad, fueron las urnas las que demostraron que los recortes y la quita de derechos no cuentan con apoyo popular en la provincia de Buenos Aires y en nuestro país”, subrayó Kicillof.

Luego agregó: “Lo que estamos viendo es el fin y la decadencia de la hegemonía estadounidense”, al describir la parábola de instituciones como el FMI o el Banco Mundial, que —dijo— “pasaron de promover el desarrollo y la igualdad a convertirse en controladores de ajustes de cuentas. Por eso, estamos viviendo una etapa de grandes transformaciones”.

En otro tramo, sostuvo: “La democracia implica luchar por la igualdad, por mejores condiciones de vida y por la soberanía. Pero para que esas luchas lleguen a buen puerto es fundamental acompañarlas de una fuerte integración latinoamericana y de la unidad de los pueblos postergados”.

El peronismo, como hace 80 años, debe volver a sus inicios. Cuando Perón definió que la consigna para ganar las elecciones de febrero de 1946 era “Braden o Perón”, hoy debería ser: “Patria sí, colonia no”. Y no quedarse solo en el lema, sino plantear un programa firme para el desarrollo nacional: el no pago de la deuda ilegítima, negociar con todos —en especial con los BRICS—, crear trabajo, mejorar salarios y jubilaciones, y defender la escuela y la salud públicas.

Cuando Perón regresó a la Argentina en 1973, expresó con sencillas palabras el sentido de gobernar: “Si el pueblo está contento, eso es lo que me interesa. La mitad de la tarea de un gobierno, para mí, está en que el pueblo esté contento. El pueblo contento comienza el camino de la felicidad y esa es una de las funciones fundamentales del gobierno. La otra es ejercer la grandeza del país. Eso se hace despacito y de a poco”.

Mientras Milei firma condiciones que huelen a colonia, Kicillof levanta en Nueva York la bandera de una Patria que no se vende. Dos argentinos, dos modelos: uno que se arrodilla y otro que propone caminar de pie.

 

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