En plena veda electoral, el presidente Javier Milei decidió agasajar en una cena al Consejo Internacional del JP Morgan en el lujoso Museo de Arte Decorativo, sobre Avenida del Libertador, para “agradecer” que desembolsen dólares a cambio de controlar la economía del país y quedarse con los recursos naturales.
La cena se realizó desde las 19 horas, y el presidente estuvo acompañado por los ministros de Economía, Luis Caputo, y de Relaciones Exteriores, Pablo Quirno, ambos ex empleados del JP Morgan. No trascendieron los detalles de los acuerdos de la capitulación, pero se sabe que el principal banco del mundo colaborará con la Argentina en una recompra de deuda soberana en moneda extranjera, operación que contará con la participación de organismos internacionales.
Además, el JP Morgan intervino en las gestiones del gobierno de Estados Unidos para frenar la suba del dólar y participa, junto a otras entidades, en conversaciones por un paquete de apoyo financiero de 20.000 millones de dólares, que se sumaría al swap de otros 20.000 millones aportados por el Tesoro norteamericano.
El presidente, fiel a su estilo servil, aseguró durante la cena: “La separación entre lo productivo y lo financiero es una mera ficción de ignorantes que no saben de política monetaria”. Y remató: “El crédito es la verdadera justicia social”.
Luego agregó: “Nuestro trabajo no es arreglar la micro, sino tener una política fiscal prolija”. También afirmó que “estamos en conversaciones con los Estados Unidos para integrar más nuestros mercados y comerciar más”. Los ejecutivos del JP Morgan sonrieron ante tanto servilismo.
De lo que no se habló en la cena fue de la economía real, luego de dos años de un gobierno cruel y antiderechos. La actividad económica está paralizada, las pymes destruidas, los despidos en alza, los salarios congelados y las tasas bancarias por las nubes.
La consultora MATE (Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía) señala que el salario estatal cayó un 20%, lo que implica que cada trabajador público perdió en promedio 8,1 millones de pesos en los últimos meses. En el sector privado, la situación no es mejor: el salario real se encuentra 5 puntos por debajo del nivel previo a la asunción de Milei, con una pérdida acumulada de 1,7 millones de pesos por trabajador.
En cuanto a las jubilaciones, el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) calcula una pérdida del 8% del poder adquisitivo entre diciembre de 2023 y septiembre de este año.
Las familias también están al borde del colapso, endeudadas para poder comer. Según la consultora EcoGo, el endeudamiento con entidades no financieras sigue creciendo y ya alcanza el 31% de la masa salarial mensual, nueve puntos más que en diciembre pasado.
El deterioro de la obra pública —prácticamente anulada—, la salud y la educación pública, junto a un presidente que retiene fondos de las provincias, dibuja un panorama dramático. Las tarifas y los alimentos no paran de subir, y cada vez más hogares no llegan a fin de mes.
A este cuadro de devastación social podría sumarse una nueva devaluación la próxima semana, que sería catastrófica para los sectores populares, golpeando de lleno en los bolsillos.
Por ahora, para intentar frenar el techo del dólar, el Tesoro norteamericano habría vendido unos 2.000 millones de dólares en el mercado argentino. A cambio, recibió cerca de 3 billones de pesos. Las cifras son informales, ya que ni el Banco Central ni el Ministerio de Economía difundieron datos oficiales. Tampoco lo hizo la Secretaría del Tesoro de EE. UU., que dirige Scott Bessent.
La ayuda, claro está, no llegó a los argentinos. Sirvió únicamente para que los grandes inversores internacionales pudieran vender sus posiciones en pesos y comprar dólares a precio de ganga, antes de lo que muchos temen: un mal resultado electoral del gobierno este domingo y un eventual abandono de Donald Trump, que ya amagó con dejar a Milei a su suerte.
Porque mientras el pueblo se hunde entre sueldos pulverizados, jubilaciones de miseria y ollas vacías, el presidente cena con los dueños del país. No habla de soberanía ni de justicia social: habla de “mercados integrados”. Milei no gobierna para los argentinos, sino para los bancos que le dictan el menú y la política económica.
La “libertad” que prometió terminó siendo la libertad de los poderosos para hacer negocios y la condena de los trabajadores a sobrevivir como puedan.
Y así, entre copas de vino y promesas a Wall Street, el gobierno argentino firma su rendición definitiva.
