El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, clausuró el encuentro en conmemoración de los 20 años de la Cumbre de los Pueblos y del “No al ALCA”, realizado en el Teatro Auditórium de Mar del Plata, marcando el cierre de dos jornadas de debate protagonizadas por organizaciones sociales, sindicales y políticas.
El mandatario bonaerense agradeció la masiva concurrencia, en especial a los organismos de derechos humanos, y destacó la importancia del evento por no ser un simple acto conmemorativo, sino un espacio de reflexión, discusión y trabajo colectivo.
Kicillof instó a mantener vivo el espíritu de aquella histórica cumbre, señalando la necesidad de seguir construyendo la unidad latinoamericana, fortaleciendo la lucha por la democracia y la resistencia frente al imperialismo.
Durante su discurso, el gobernador analizó el proyecto del ALCA, recordando que se inició en 1994, en el contexto de la caída del Muro de Berlín y de la idea del “fin de la historia” y “fin de las ideologías”. Explicó que el ALCA fue una pieza clave para instaurar un mundo unipolar bajo dominio norteamericano, con el objetivo de consolidar la dependencia económica y política de la región.
Lo que se presentaba como un tratado de libre comercio, señaló Kicillof, en realidad buscaba institucionalizar la subordinación de América Latina y convertirla en un simple componente del mercado estadounidense.
El gobernador desmanteló el discurso de la época sobre “nivelar el campo de juego”, aclarando que en los hechos significaba “inclinar la cancha” a favor de las grandes corporaciones transnacionales, con la consecuente pérdida de autonomía y de instrumentos propios de la política económica.
Según Kicillof, el ALCA representaba la fase superior del Consenso de Washington, “un recetario con diez mandamientos” que promovía privatizaciones y ajustes estructurales. Sin embargo, recordó que cuando George W. Bushllegó a Mar del Plata en 2005, ese modelo ya había fracasado en el continente, como lo demostraba la crisis de 2001 en la Argentina.
En una clara alusión a la política actual, Kicillof advirtió que lo que propone el Gobierno nacional es “vino viejo en vasijas nuevas”: la misma entrega de la soberanía y el ataque a los intereses populares que ya se vivieron —y fracasaron— en el país.
El mandatario cerró su discurso con un mensaje de unidad: “No nos podemos dar el lujo de no tener un proyecto, un plan, una agenda y objetivos claros, porque la Argentina y los países de América Latina no son el patio trasero de nadie”.
Para Kicillof, el camino es la unidad, la integración regional y la construcción de un proyecto común, capaz de enfrentar “la maquinaria inmensa que representa la derecha internacional y la nueva ultraderecha”.
El encuentro, que se extendió por dos días, contó con la participación de más de 26 organizaciones y referentes de Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Haití, Nicaragua, México, Costa Rica y Portugal.
A 20 años de la Cumbre de Mar del Plata —donde los presidentes latinoamericanos le dijeron “No al ALCA” a George W. Bush—, la consigna vuelve a cobrar fuerza en un contexto en el que Estados Unidos insiste en tratar a la región como su “patio trasero”, amenazando con intervenir en países como Venezuela, Cuba, Colombia o Nicaragua, e incluso volver a disputar el Canal de Panamá.
Entre los oradores se destacaron Rafael Freire (CSA), Adilson Araujo (CTB Brasil – FSM), Mónica Valente (Foro de São Paulo), José Olivera (PIT-CNT), Roberto Baggio (MST), Hugo Godoy (CTA-A), Hugo Yasky (CTA-T), Marita González(CGT) y Alejandro Gramajo (UTEP).
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