Mientras Javier Milei sigue de paseo por los Estados Unidos y realiza un pago de 850 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional sin informar de dónde obtuvo las divisas, los libertarios en Buenos Aires preparan una movilización de militares retirados a Plaza de Mayo para pedir la libertad de los genocidas.
Durante su última jornada en Nueva York, Milei volvió a mostrar su desconexión de la realidad argentina. Propuso que los ciudadanos estadounidenses afectados por el “Gobierno comunista” —en referencia al triunfo del demócrata Zohran Mamdani— “se muden a la Argentina si la cosa se complica”.
“Quisiera dedicarle estas palabras sobre todo a los neoyorquinos que emprendieron el camino inverso al que emprendió Argentina y ahora van a vivir bajo un Gobierno comunista: sepan que si la cosa se pone complicada siempre serán bien recibidos en nuestra tierra si buscan prosperar”, afirmó el mandatario.
Más allá de las excentricidades discursivas del Presidente y de la entrega total de la economía al poder norteamericano, preocupa el rumbo ideológico del Gobierno y su tolerancia con el negacionismo de los crímenes de la última dictadura militar.
El poder de Karina y los barcos del Caribe
En las últimas horas trascendió que Karina Milei, “La Jefa”, habría ordenado al jefe de la Armada, Carlos Allievi, enviar un destructor argentino para participar en la misión Unitas en Puerto Rico, sumándose al esquema militar de Estados Unidos que busca bloquear a países hermanos como Venezuela, Cuba, Nicaragua y Colombia.
La idea —impulsada desde sectores cercanos a Donald Trump— apunta a garantizar el apoyo de gobiernos latinoamericanos en un eventual conflicto con Caracas.
Allievi se habría opuesto, argumentando que el barco no estaba en condiciones operativas, pero Karina no le creyó y pidió su desplazamiento.
“Quisieron mostrar una fuerza combinada. El Ministerio de Defensa se prendió, pero Allievi se negó. Petri no quiso cargar con el costo político y el destructor volvió a Puerto Belgrano”, relató una fuente militar.
Genocidas a Plaza de Mayo
Con el aval tácito del Gobierno nacional, militares retirados y familiares de represores convocaron para el sábado 29 de noviembre a las 16 horas una marcha en Plaza de Mayo para exigir la excarcelación de los condenados por delitos de lesa humanidad.
El llamado circula en redes sociales con el apoyo de ex miembros de las Fuerzas Armadas, referentes libertarios y legisladores del bloque de La Libertad Avanza. Las consignas hablan de “veteranos uniformados de la guerra contra la subversión”, de “defender la patria” y de realizar un “acto de desagravio” por los “presos políticos”.
La agrupación “Unidos por la Sangre Derramada” difundió un texto que reescribe la historia a su medida: “Recordaremos con un toque de silencio a los mártires que perdieron la vida a manos de terroristas. La ciudadanía debe tomar conciencia de que no fue una guerra exclusiva de militares.”
El comunicado agrega que el encuentro se realiza “para no olvidar que más de 2.700 militares presos —entre ellos 77 veteranos de Malvinas— están injustamente detenidos por haber combatido al terrorismo en los 70”.
El Gobierno, aunque evita pronunciarse oficialmente, coincide con el espíritu de la convocatoria y con el discurso que cuestiona la consigna de Memoria, Verdad y Justicia de los organismos de derechos humanos.
El año pasado, un grupo de legisladores oficialistas visitó a represores en Ezeiza, entre ellos Alfredo Astiz, y no es extraño escuchar a Patricia Bullrich, Lilia Lemoine o Santiago Viola —apoderado de LLA y abogado de cómplices de la represión en la ex ESMA— defender abiertamente a los genocidas y hasta reivindicar los Falcon verdes.
Mientras Milei pasea por Miami y predica su “libertad” made in Wall Street, en la Argentina su hermana mueve barcos, su ministro obedece y su gente marcha por los genocidas.
El Gobierno libertario se desnuda cada día más: ni liberalismo, ni patriotismo —solo servilismo, negacionismo y negocios en dólares.
