La gobernadora María Eugenia Vidal vive la dura realidad desde las PASO, cuando se entero que el 52% de los bonaerenses prefirió votar a Axel Kicillof y comprendió que el marketing no alcanzaba para engañar el hambre.
Desde su equipo político le dijeron que tenía que “bajarse del helicóptero” y caminar para acercarse nuevamente a los vecinos. Desde que lo hace la pasa mal. La escracharon en la pizzería Pompeii de San Fernando, la pasó mal en Junín con comerciantes y ahora en San Isidro, territorio de Juntos para el Cambio.
Ayer, una mujer la hizo pasar un mal momento cuando caminada junto al intendente Gustavo Posse. La señora la increpó y le gritó en la cara: “Le quiero agradecer por dejarme sin trabajo hace un año, y no conseguí más”.