Por Paloma Coscia. Permiso, quiero decir algo. Ayer a la noche terminé de ver “Santa Evita”, serie original de la (mal llamada) plataforma Star+ cuya trama aborda el devenir del cadáver de Eva Perón a partir de la Revolución Libertadora en 1955. Y digo mal llamada porque lejos de ser una plataforma, se trata de una productora multinacional como muchas otras de las que hoy en día abundan y vienen a reemplazar a los contenidos independientes, autorales y con perspectiva nacional.
Con respecto a la serie, tengo muchas cosas para decir al respecto, pero todo redunda en el nivel de preocupación que me genera la representación que se hace sobre el peronismo. Aquellxs que me conocen saben de qué se trata mi ideología y por ende podrán inferir la obviedad de mi desagrado. A ellxs les podré decir que también siento desagrado por los contenidos propagandistas, carentes de complejidad política, ideológica, o mismo contradicción en los personajes. ¿Qué quiero decir con esto?
El problema no es el punto de vista, vector fundamental en cualquier película, serie o dispositivo de ficción y/o documental. No es que me jode que se trate de una serie “gorila”. El problema trasciende a aquello que se cuenta.
¿Entonces de qué se trata?
Empecemos porque hace rato no hay un Estado que garantice la pluralidad de voces en la industria. Esto genera que la producción de contenidos recaiga en las (retomo) mal llamadas plataformas; productoras multinacionales que en general tienen los cortes finales de los contenidos que se realizan. En otras palabras, extranjeros viniéndonos a contar quién fue Eva y qué fue el peronismo (además, ¿quién sabe qué fue el peronismo, no?) Si en paralelo a las plataformas existiera una política de fomento al cine nacional, ellas no serían un problema per sé. Es como cuando hablamos de un modelo de país con una industria propia o con productos importados: esto es lo que está pasando con el cine.
Ahora bien; habiendo hecho esta aclaración, no me sorprende la cosmovisión de la serie, completamente alineada al contexto que acabo de describir.
Al cine, yo lo veo como una herramienta de disputa de sentido, y más aún si se trata de la representación de un hecho histórico que sigue siendo controversia hasta el día de hoy. Claro está que el peronismo estuvo lleno de aspectos oscuros que con el diario del lunes serían inaceptables. Ahora bien; la serie no hace enfoque en las falencias del peronismo, sino que literalmente INVENTA hechos, conflictos y características de personajes a los efectos de hacer quedar como el orto a Perón y lavar a la figura de Evita (como si cualquier mujer que ejerciera el poder fuera directamente una tirana)
¿Cuáles son los hechos que inventa?
-El conflicto interno entre Eva y Perón y sus respectivas características en tanto personajes: Eva es una ambiciosa que SÓLO quiere la vicepresidencia y el principal opositor a su pulsión es Perón, que además carece de completo carisma y se opone ante las ambiciones de ella.
-Perón como el principal responsable de la necrofilia que da lugar al embalsamiento de Eva (cuando en realidad no fue así y tampoco hubo conflicto entre Juan Domingo y su suegra una vez que Eva muere)
-Perón mandando a espiar a Evita cuando ella quiere militar el voto femenino
-El accionar de Eva militando el voto femenino y Perón tildándola de ingenua (cuando en realidad los hechos fueron mucho más complejos y lamento advertir que el sufragio femenino fue una idea de Perón apenas asume en el 46).
-Perón filmando al cadáver cuando se lo devuelven 16 años después de su secuestro: en realidad se trató de la intención de registrar el desgaste que el cadáver tenía, producto de lo mal conservado que estuvo durante la proscripción del peronismo.
-Esta es la peor parte: la sugerencia de la teoría de los dos demonios. El cadáver de Eva es sacado de la CGT y secuestrado en 1955 tras la revolución libertadora (3 meses después del bombardeo a plaza de mayo) y escondido por los militares. La ficción hace todo un despliegue como si de “ambos bandos” hubiera buenos y malos: el milico que secuestra a Evita es un turbio que está obsesionado con un cadáver y “del otro lado” hay amenazas y hostigamientos a los militares. En NINGÚN MOMENTO se nombra que se estaba bajo un gobierno de facto, no elegido por el pueblo, y que no había lugar para que “el otro bando” (el peronismo, que estaba completamente proscripto) desplegara semejantes operativos matando milicos por doquier.
Son más los comentarios que tengo para hacer pero lejos están de querer criticar el trabajo del equipo técnico y de lxs actores y actrices. Mi indignación va mucho más allá de la idoneidad artística: mi indignación tiene que ver con qué tipo de discurso estamos reproduciendo en un contexto donde no hay lugar para la pluralidad de voces en discursos y dispositivos audiovisuales.
1 comentario
La serie tiene un tinte algo goriloide, eso no se puede negar, pero no hace más que reflejar el pensamiento político del autor de la novela, Tomás Eloy Martinez, un antiperonista patológico.