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La Plata
28 marzo, 2024
PAÍS

Contra viento y marea, el pueblo salió a las calles a festejar junto a los jugadores el campeonato mundial

Más allá que desde la oposición cuestionaban el feriado nacional y afirmaban que había que “ir a trabajar”, una marea humana que superó los 5 millones de argentinos salieron a las calles a festejar con los campeones del mundo.

Al cabo de casi cinco horas de recorrido en un autobús descapotable que se movía prácticamente a paso de hombre, los jugadores renunciaron a proseguir por tierra su trayecto que había comenzado en el predio de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) en Ezeiza, periferia de Buenos Aires. La zona del Obelisco, en la avenida 9 de julio, tradicional lugar de celebración futbolística, se vio desbordada por millones de personas, lo que empujó a muchos aficionados a desplazarse hacia la cercana Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede de la presidencia.

El feriado nacional fue clave para que todo el pueblo pudiera celebrar en su justa medida el triunfo del combinado masculino de fútbol. A la madrugada del martes, un Messi sonriente descendió del avión en Ezeiza y una alfombra roja marcó el camino de los jugadores, el cuerpo técnico y el resto de la delegación. Gente que se amuchaba desde la noche anterior, que armó campamentos de ocasión y renovados sacrificios para rendirle culto a un equipo que hizo historia en Qatar. Un capitán que exhibió, a través de sus redes sociales, cómo compartía almohada con la Copa del Mundo: ese trofeo que vuelve a estar en casa y que ilumina las caras de los futboleros, de las futboleras y de los que, incluso, no suelen disfrutar tanto de este deporte. Una alegría interminable que corona un fin de año con aroma distinto.

En las redes sociales, Messi expresó: “Fueron cerca de tres décadas en las que la pelota me dio muchas alegrías y también algunas tristezas. Siempre tuve el sueño de ser Campeón del Mundo y no quería dejar de intentarlo, aun sabiendo que quizá nunca se daría. Esta Copa que conseguimos es también de todos los que no la lograron en los anteriores Mundiales que jugamos, como en 2014 en Brasil, dónde la merecían todos por cómo lucharon hasta la misma final, trabajaron duro y la deseaban tanto como yo… Y la merecimos incluso en esa maldita final”.

Cuando se hizo evidente que el paso no iba a ser posible -sumado a un incidente en el que un hincha saltó dentro del micro desde un puente en la Autopista Riccheri y otro cayó al piso tras golpear contra la parte trasera del vehículo-, los jugadores tuvieron que bajar de los micros para abordar helicópteros en la Escuela de Cadetes de la Policía Federal en el barrio porteño de Villa Lugano.

Las aeronaves pasaron por sobre los puntos de la ciudad en los que se concentraron la mayor cantidad de hinchas (el Obelisco, la avenida 9 de julio desde Corrientes hasta Constitución y la Plaza de Mayo).

Los hinchas, muchos en éxtasis, saludaban hacia el cielo, cantaban y saltaban emocionados con la esperanza de ser vistos o escuchados desde las alturas por Lionel Messi y el resto de los jugadores.

Con información y fotografías de Telam

 

 

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