A.S. Ya sabemos que Héctor Magnetto, el CEO del Grupo Clarín cumple. “Si vos me das todos los negocios que te pido, yo te mantengo a raya a los opositores”, le dice el hombre fuerte de Clarín al presidente. Lo hace desde hace un año con ataques feroces en sus medios con a la ex presidenta Cristina Kirchner y la complicidad de los jueces que integran la “servilleta” de Magnetto. En las últimas horas, el juez Claudio Bonadío ya no conformo con atacar a la ex mandataria proceso por asociación ilícita a Cristina y a sus hijos. Más presión imposible.
El problema que no puede resolver el gobierno es que mientras la imagen del presidente cae, especialmente en el Gran Buenos Aires, la imagen de la ex presidenta sube. El segundo objetivo del Grupo es destruir la imagen del dirigente que mejor mide después de ex presidenta. Desde hace meses vienen castigando a Daniel Scioli y a su gente, especialmente a su jefe de Gabinete, Alberto Pérez.
Todas las encuestas afirman que después de Cristina, en caso de no participar de los comicios, el ex gobernador ganaría en la provincia de Buenos Aires. Más allá de las tapas de Clarín, Scioli ha decidido empezar a caminar el conurbano bonaerense. “Mi oficina es la calle”, dice y en pocos días recorrió los municipios de San Miguel, Malvinas Argentinas, Ituzaingó, Merlo, Lomas de Zamora, Pilar, Berazategui, Almirante Brown y Esteban Echeverría. Además de dialogar con los vecinos se reunió con los intendentes Leonardo Nardini, Gustavo Menéndez, Alberto Descalzo, Martín Insaurralde, Patricio Mussi, Mariano Cascallares y Fernando Gray.
El peronismo está decidido a trabajar la unidad o ir a unas PASO pero mantener una lista única en octubre. Olfatea que puede ganar y eso aterra al presidente y especialmente a la gobernadora María Eugenia Vidal que, desde sus paradisíacas vacaciones en México mientras se inundaba media provincia, más el conflicto docente que no quiere resolver, le empezaron a entrar las balas de la bronca de los bonaerenses que, luego de un año y medio pagan más peaje, más luz, más gas, más transporte y los alimentos no paran de subir, con salarios que alcanzan cada día menos. Sin contar los despidos, el cierre de Pymes o las suspensiones de las fábricas.