La radical devenida ultramacrista Silvana Giudici reflotó como un ahogado al dar el último manotazo, la campaña del miedo reciclada en el ministerio de la venganza.
Pero Brancatelli no se la dejó pasar y le cantó las cuarenta: “No quiero ver el casco con el chaleco a Patricia Bullrich, pero sí quiero que todos los amigos del presidente y de este gobierno que se comieron toda la guita, sean investigados y castigados si es que son culpables”