El pasado miércoles, el jefe de gobierno porteño, luego de una extensa charla con María Eugenia Vidal y Martín Lousteau, decidieron que había llegado el momento de cruzar al presidente Alberto Fernández y lanzar formalmente la campaña presidencial 2023. Todos los medios, especialmente el Grupo Clarín, festejaron que el jefe de gobierno porteño dejara el “modo zen” para cruzar al Frente de Todos.
La oposición parecía unida con un nuevo jefe político opositor, pero solo era otra fantasía del establishment y los medios hegemónicos. El ex presidente Mauricio Macri y su círculo más íntimo decidió que había que frenar esa movida. “No le dejes la manija a Horacio que después te caga”, le calentaron el odio.
El ex presidente decidió publicar un artículo en el diario La Nación para no dar una entrevista y cometer ningún error. Bajo el título “Para defender el presente y ganar el futuro” atacó ferozmente al gobierno nacional, mostrándose él como el único que defiende claramente el “ataque a la Constitución y las libertades individuales”, además de reivindicar las marchas anticuarentena como la del 17-A o los cacerolazos.
El ex presidente cuestionó a un gobierno que “atrasa y que solo cree en modelos arcaicos”, prescindiendo de todas la oportunidades para el crecimiento y el desarrollo de nuestro país”. Claro, Macri se olvida decir que durante su gobierno el país se empobreció como nunca, se endeudó, aumentó la inflación y el desempleo y nunca la economía retrocedió tanto como en su gestión.
Después ataca las políticas implementadas por el presidente y los gobernadores que incluye a Rodríguez Larreta, para combatir la pandemia a través de la cuarentena y el aislamiento social. Dice sin ponerse colorado que “no se puede producir ni trabajar para llevar el pan a la mesa de las familias argentinas”, luego que su gobierno destruyó el salario de los trabajadores como nunca antes había sucedido, permitiendo una fuga de divisas inédita, dejando el mayor endeudamiento de su historia.
Macri, se considera el dueño del PRO. Ya lo demostró cuando todo el establishment y los medios hegemónicos había elegido a Gabriela Michetti como jefa de gobierno y él decidió que sería Rodríguez Larreta. Sucedió lo mismo cuando a fines del año 1918, el establishment económico había elegido a Vidal como sucesora de Macri. El ex presidente no solo la dejo sin ese sueño, sino que ademas no le permitió desdoblar las elecciones provinciales, con lo cual tuvo una desastrosa elección.
Por ahora no le será tan fácil a Rodríguez Larreta ser el jefe de la oposición.Macri ya avisó que está en el juego, con sus regla destituyente del orden democrático.
La nota completa que el ex presidente publicó hoy en La Nación:
Para defender el presente y ganar el futuro
Con el compromiso de siempre y la responsabilidad que me cabe, rompo el silencio para compartir con ustedes mi inquietud sobre la dolorosa y delicada circunstancia que atraviesa la República Argentina.
Las autoridades al frente del Poder Ejecutivo Nacional vienen desplegando una serie de medidas que consisten en el ataque sistemático y permanente a nuestra Constitución. Para poder gobernar sin límites, violentan la Ley Fundamental de la Nación, que es la encargada de garantizar la protección de nuestros derechos básicos y libertades individuales frente a cualquier intento de abuso de poder por parte de las autoridades.
A esta altura de los acontecimientos, el rumbo que ha tomado el país deja al descubierto la intención del gobierno de establecer un Nuevo Contrato Social en la Argentina con principios dominantes inéditos. Se vulnera el equilibrio de los poderes del Estado para el pleno funcionamiento de la República, porque no se respetan los reglamentos de las cámaras del Congreso Nacional para debatir y sancionar las leyes. Se pretende condicionar al Poder Judicial con una reforma que ya tiene media sanción en el Senado de la Nación y que será tratada en la Cámara de Diputados en las próximas semanas. Se han debilitado los organismos de control existentes en la órbita del Estado con el riesgo de reiterar lafalta de transparencia en la gestión de los organismos públicos. Retrocede el federalismo en la Argentina, porque el oficialismo condiciona a los gobernadores de las provincias cualquiera sea su signo político y los extorsiona con el envío de los necesarios para administrar sus distritos si no cumplen con lo exigido por el Poder Ejecutivo Nacional, lo que fue coronado con la reciente e indignante presión al Jefe de Gobierno de la Ciudad Autonoma de Buenos Aires.
La seguridad jurídica desfallece ante un poder que atrasa y que solo cree en modelos arcaicos, prescindiendo de todas las oportunidades para el crecimiento y el desarrollo de nuestro país que están donde habitan las grandes naciones del mundo y donde las sociedades evolucionan.
Cede el respeto a nuestras libertades individuales para que el debate y las opiniones no encuentren condicionamientos ni censura, porque la libertad de expresión es una institución democrática peligrosa para un gobierno personalista. Se utilizan las restricciones sanitarias para impedir la libre circulación de los personas, y solo pueden hacerlo aquellos que estén habilitados a extender una declaración jurada que se debe someter a la consideración de las autoridades.
Lo que se busca es el control social y evitar que los ciudadanos manifiesten su disconformidad con las medidas que se toman y que perjudican a amplios sectores de una sociedad exhausta de obedecer decretos que atentan contra su bienestar general.
No se puede producir ni trabajar para llevar el pan a la mesa de las familias argentinas, porque la idea es avasallar a la clase media para conseguir clientes dependientes del favor del Estado para poder sobrevivir. No se reconocen los derechos básicos de los ciudadanos para que cada uno proyecte su vida como quiera hacerlo, porque es el Estado el que aspira a decidir por nosotros. Pretende nivelar para abajo.
El gobierno atenta contra las bases éticas y económicas de una sociedad que aspira a ser libre, que se caracterice por tener una organización social regida según el principio de justicia y no de aquel que resulte conveniente al poder de turno, y donde el rol de las instituciones sea el pilar fundamental para el avance de la Argentina hacia un país moderno y civilizado.
Pero aun así, en este momento tan agobiante que atraviesa nuestro país, sigo creyendo en la capacidad de nuestro pueblo para superar sus dificultades, porque estoy convencido de que esta sociedad ha madurado. Porque esta sociedad ya no tolera el atropello a las instituciones, la corrupción de los funcionarios, el delito en ninguna forma, la injusticia, la inseguridad, la impunidad, la violencia, la prepotencia y la anomia. Y no lo tolera más porque quiere vivir en libertad, en paz y unida. La sociedad esta atenta a que haya jueces que rechacen las presiones y honren la independencia de la justicia.
El panorama dramático descripto tiene su contracara: en la Argentina emergió algo nuevo. Ciudadanos movilizados y atentos que han ganado las calles. Desde la lucha contra la resolución 125, la exigencia de verdad sobre la muerte del fiscal Nisman, las marchas del SíSePuede, o el más reciente 17 A la conciencia cívica se expresa.
Autoconvocada y vigorosa se hace oír como en las grandes gestas. Nadie debería sorprenderse cuando el pueblo rechaza decididamente una y otra vez los decretos de necesidad y urgencia y las medidas abusivas de un poder inoperante frente a la compleja y delicada realidad que se vive en nuestro país.
El pueblo expresa pacíficamente su inquietud y descontento en cada marcha, en cada cacerolazo, en cada protesta, en cada publicación que hace en su red social y en cada conversación que encuentre a un argentino hablando de su país con la emoción de querer vivir en la Patria grande y libre que puede ser, si trabajamos todos juntos en esa dirección. Con una oposición unida que se erige en alternativa
La humanidad ha tomado su lección en el siglo XX y la asume hoy como mandato: liberar al hombre del miedo y de la miseria, con una plena vigencia de los Derechos Humanos. Camino del cual no se puede apartar Argentina.
Hay que dar una discusión profunda y responsable sobre cuáles son los principios que deben regir Nuestro Orden Social: es la República o la republiqueta; es Democracia o demagogia; es elecciones libres o no habrá transparencia en los resultados; es seguridad o vivir con miedo; es el Estado de Derecho o es la jungla; es la propiedad o es la apropiación; es libertad de expresión o censura; es educación o adoctrinamiento. Es verdadero o es falso. Es luz o es oscuridad.
El insistente y vertiginoso accionar del “vamos por todo”, extravía el rumbo de la Nación: hay que ir por el camino que la Constitución manda. Y para defender la Constitución ninguno de nosotros va a dejar de estar, hoy y siempre. Estamos a tiempo. Para defender el presente y para ganar el futuro.