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22 noviembre, 2024
PAÍS

Magnetto y compañía rechazan el Impuesto a la riqueza, pero nada dijeron cuando aportaron para Macri

Era de imaginar: los más encumbrados empresarios del país pusieron el grito en el cielo ante el avance del Aporte extraordinario a las Grandes Fortunas -también conocido como Impuesto a la riqueza-, a pesar de que será un pago por única vez y que muy lejos estará de afectar sus fabulosas ganancias.

Pero lo que termina de confirmar la furibunda reacción de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que nuclea a los dueños de las principales compañías de la Argentina, es que más allá de su rechazo a aceptar el más mínimo gesto de solidaridad para poner el hombro ante la difícil situación que se vive a raíz de la pandemia, a lo que se suma la herencia recibida de cuatro años de macrismo, se trata de una cuestión ideológica.

Mientras ahora se rasgan las vestiduras y a través de un durísimo comunicado salen a decir que el aporte en cuestión -que ya obtuvo media sanción en Diputados-, “afecta la propiedad privada, golpea la inversión, la producción y el empleo”, y produce un “gran desaliento”, estos grandes empresarios nada dijeron cuando allá por 2015 el entonces candidato Mauricio Macri les pidió que aportaran el 1 % de sus patrimonios, para solventar su campaña, que finalmente lo llevó a la presidencia.

Así lo había revelado en su momento el periodista Hugo Alconada Mon en su libro “La raíz de todos los males”, con la particularidad de que aquella contribución era sobre el total y no solo sobre lo declarado, tal como ocurre ahora con esta iniciativa que en pocos días más podría convertirse en ley cuando la trate el Senado.

En otras palabras, esto no hace más que exponer la contradicción (o no tanto) de estos multimillonarios, que por estas horas se indignan ante la alternativa de aportar algo de sus incalculables fortunas, y sin embargo hicieron silencio, nada dijeron y hasta mostraron su buena predisposición para “ayudar” a Macri, que gracias a estas contribuciones logró recaudar $1.760 millones (unos $7.500 millones de hoy) entre actos, medios y cartelería, once veces más que lo declarado ante la Cámara Nacional Electoral, siempre según Alconada Mon.

Pero, claro, por estas horas los grandes empresarios no disimulan el grado de miserabilidad al que son capaces de llegar, cuando se quejan porque este Aporte Extraordinario sube “significativamente la ya elevada carga tributaria” en el sector formal, al tiempo que advierten que “profundizará los problemas que ya sufren las empresas en la pandemia”.

“La Asociación Empresaria Argentina (AEA) hace saber de su total desacuerdo con el proyecto de Ley ‘Aporte Solidario y Extraordinario.'”, afirmó el comunicado, mientras que despotrican con una elevada cuota de mala fe, porque “el proyecto genera un profundo desaliento en la comunidad empresaria”, ya que “representa una medida que descapitaliza a las empresas y restringe fuertemente su capacidad para producir, invertir y sostener empleos formales”.

Entre quienes forman parte de ese selecto club de los grandes empresarios figuran, Héctor Magnetto, CEO de Clarín; Paolo Rocca, el hombre más rico del país, de Techint; Cristiano Rattazzi, de Fiat Argentina; Alfredo Coto, dueño de la cadena de supermercados Coto; Federico Braun, primo de Marcos Peña, de supermercados La Anónima; Sebastián Bagó, dueño del laboratorio Bagó; Luis Pagani, de Arcor; Carlos Blaquier, de Ledesma; Alejandro Bulgheroni, de Pan American Energy, y el petrolero Luis Pérez Companc.

Magnetto, Paolo Rocca, Rattazzi y la Sociedad Rural le piden ayuda al Gobierno para pagar sueldos, y rechazan el impuesto a las grandes riquezas

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