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28 marzo, 2024
PAÍS

Sergio Massa enfrenta un difícil debate interno: insistir con la meta del 4 % de inflación, o hablar de “estabilidad”

Alrededor de Sergio Massa se preguntan cuál es la mejor estrategia político-comunicacional para plantarse frente al desafío de una inflación que amenaza con tragarse su liderazgo. Algunos integrantes del equipo del ministro de Economía creen que fue un error apostar a que en abril la inflación bajaría a la zona del 4 % y plantear que el discurso debería poner foco en la “estabilización” de la economía y el gobierno que logró Massa.

No son pocos los que destacan que, tras heredar más de 7,4 puntos de inflación mensual de la gestión de Martín Guzmán, con una crisis de reservas límite, déficit de más de 12 puntos, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) al borde del incumplimiento y dudas sobre el futuro del gobierno de Alberto Fernández, el líder del Frente Renovador logró enderezar el curso general del Gobierno.

Con pocos meses en el cargo, Massa consiguió que el índice de inflación de noviembre del año pasado marcara 4,9 %, el más bajo desde febrero. En ese contexto, aventuró que se ubicaría en torno al 4 % en abril. Pero varios factores como la suba de combustibles, tarifas, alimentos, llevaron a que la inflación retomara el rumbo de incremento en diciembre y volviera a recalentarse en enero con un impactante 6 %.

Según indica LaPolíticaOnline, Roberto Lavagna, por caso, le dijo a Massa que no había diferencia real, ni para la macroeconomía ni para el impacto social, entre una inflación del 4 y del 6 %. Incluso Domingo Cavallo, un habitual crítico de los gobiernos con componente kirchnerista, dijo que “si Massa logra que la inflación tenga un techo del 6 % es un triunfo”.

Por eso, en el massismo algunos insisten que no es conveniente vaticinar ningún numero en concreto, sino mostrar que se evitó una crisis mayor, que se puso en marcha la economía y se evitó el escenario de hiperinflación que aventuraba la herencia de Guzmán, además de haberse logrado recomponer las reservas del Banco Central con la herramienta pragmática del dólar soja.

Curiosamente, Massa es quien más resiste esta corrección del discurso e insiste en ponerse la vara bien alta. El ministro cree que no es lo mismo 6 % que 4 % de inflación mensual y mantiene la confianza que logrará terminar el año, incluso por debajo de ese número.

El ministro considera, además, que tiene que marcar una meta clara para que los distintos actores de la economía vayan convergiendo a la pauta del 60 % anual que tiempo atrás ratificó su viceministro, Gabriel Rubinstein.

Para lograr ese objetivo, el equipo de Massa combina un plan con rasgos ortodoxos -baja de la emisión y del déficit- con medidas heterodoxas como el programa de Precios Justos, como explicó en Diputados el secretario de Comercio, Matías Tombolini. Pero el 6 % de enero muestra que ese 4% que se fijó como meta el Palacio de Hacienda, es más difícil de alcanzar de lo planeado.

Si los insumos importados al tipo de cambio oficial suben a casi el 6 % mensual y hay precios regulados que necesitan fuertes correcciones para terminar con los subsidios y que le van a imprimir saltos al IPC general, el 4 % se vuelve ambicioso.

De hecho, esto es lo que se viene observando desde septiembre. A partir de ese mes, la inflación núcleo -que muestra el movimiento de los precios de aquellos bienes y servicios que no son estacionales ni regulados y que son el 69% de todos los que releva el Indec- se estancó. En septiembre cayó a 5,5 % y desde entonces se mantuvo prácticamente invariable. Solo en noviembre, de la mano del fuerte freno que la sequía le metió al precio de la carne, cedió al 4,8 %, luego marcó 5,3 % en diciembre y 5,4 % en enero.

Por eso, a Massa algunos le recomiendan suavizar el lenguaje y dejar de repetir un número fijo. Su legado, entienden, ya es haber estabilizado el ritmo inflacionario, haber bajado el déficit y cumplido con la meta de reservas del FMI. Una visión que incluso comparten los técnicos del organismo que no consideraron grave el repunte de la inflación en enero.

Quienes piden dejar de hablar de un número concreto, consideran que el titular de la cartera económica puede dañar su reputación, y quedar expuesto a títulos de una promesa incumplida.

Sin embargo, Massa parece convencido de que no hay promesa incumplida si se redobla el esfuerzo y se logra el objetivo de bajar la inflación, aunque sea unos meses más tarde de lo previsto.

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