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16 abril, 2024
PAÍS

La Corte avanza en un golpe institucional para proscribir al peronismo

Por Alfredo Silletta

Los jueces de la Corte sueñan con hacer desaparecer de la faz de la tierra al peronismo. Lo intentaron desde 1945 y a veces parece que lo logran pero siempre se impone la voluntad popular. En estos tiempos, donde la Corte proscribió a Cristina Kirchner, la figura más importante del peronismo, y ahora decide si el pueblo puede o no votar al peronismo, se percibe una vez más ese odio de clase que llevan los supremos en su ADN, desde que Juan Domingo Perón los destituyó por corruptos en 1947.

Hagamos un poco de historia. En 1945, la Corte había decidido hacerse cargo del gobierno con el apoyo de los sectores de la derecha que estaban preocupados con las medidas laborales de un coronel que ocupaba la Secretaria de Trabajo. Luego que la derecha con apoyo de un sector de ejército y la marina detienen a Perón, el establishment le pide al Procurador de la Corte, el Dr. Juan Álvarez, que se hiciera cargo del gobierno. Mientras prepara su gabinete conservador, los trabajadores deciden salir a la calle, llenan la Plaza de Mayo y liberan al coronel de su prisión. Meses después se realizaron elecciones y el peronismo las ganó contra todos los pronósticos de la derecha.

Una de las primeras medidas del gobierno de Perón fue el juicio político a la Corte Suprema, el que finalizó en 1947 con la destitución de todos sus miembros más la del procurador. Los argumentos fueron contundentes: desde haber convalidado con sus acordadas de 1930 y 1943 gobiernos de facto y emitir fallos políticos para impedir los fines sociales de último gobierno ha haber negado a tomar juramento a los camaristas de la Justicia del Trabajo, retardando así el funcionamiento del fuero laboral.

Con la llegada de la revolución fusiladora en 1955, los magistrados fueron los gestores de la persecución judicial a Perón y al peronismo. El juez Luis Botet fue el encargado del sumario instruido contra Perón y otros por “traición a la Patria y asociación ilícita”.

Paralelamente al ex presidente se le abrieron 119 procesos judiciales, incluido uno por estupro donde se lo acusaba a Perón de tener relaciones sexuales con una niña de 15 años llamada Nelly Rivas.  Los jueces la internaron en un orfanato y sus  padres fueron enviados al penal de Olmos.  Toda una patraña que no merece ninguna aclaración.

No conformes con la persecución a Perón se intervino la CGT, se inhabilitaron más e 150.000 delegados de fábricas, se encarcelaron a cientos de dirigentes peronistas y se robaron el cadáver de Evita. La dictadura firmó el decreto 4.161 que prohibió al peronismo y toda exhibición de símbolos referidos al peronismo.

Fueron 17 años de persecución y exilio, finalmente cuando el país era un caos, el general Agustín Lanusse comenzó a dialogar con Perón en Madrid y cómo muestra de paz ordenó cerrar los 27 procesos judiciales que continuaban abierto, devolverle el grado de general del Ejército y la devolución del cadáver de Eva Perón.

El odio al peronismo continuó luego de la muerte del líder y hasta se robaron las manos de Perón. La llegada de Néstor Kirchner con el juicio político a la Corte Suprema de Justicia y las medidas económicas a favor de los más humildes volvió a recrear ese odio de clase. Con Cristina las conquistas laborales fueron más acentuadas como la nacionalización de las AFJP, Aerolíneas e YPF y la creación de la Asignación Universal por Hijo y la entrega de computadoras en las escuelas.

La campaña electoral de 2015 fue feroz. La derecha y la Justicia decidieron que el suicidio del fiscal Nisman fue un “asesinato” y lo utilizaron en la campaña. Macri ganó por dos puntos y desde el primer día comenzó la persecución a la ex presidenta y a sus funcionarios los metieron presos.  A los pocos días, el presidente Macri nombró por decreto a dos jueces amigos en la Corte.

La gestión de Juntos por el Cambio fue tan mala que endeudó al país en más de 100 mil millones de dólares y terminó con una inflación superior al 50 por ciento. De allí que por más campaña que realizaran los medios hegemónicos, la ex presidenta conformó una fórmula con Alberto Fernández y el Frente de Todos ganó en primera vuelta.

La derecha no lo pudo digerir y luego de no poder romper el Frente de Todos y ante el temor que Cristina sea candidata en el 2023 decidieron ir por todo. En el burdo juicio por la obra pública en Santa Cruz, la Justicia condenó a la vicepresidenta  a 6 años de presión y a inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos.

Los resultados electorales en Río Negro, Misiones y La Rioja, alertaron a los supremos que el peronismo mantiene su fuerza y que la derecha se mantiene estancada. De allí que en las últimas horas decidieron suspender las elecciones de Tucumán y San Juan  proscribiendo a Juan Manzur y Sergio Uñac.

Más allá que la suspensión de las elecciones ponen en peligro el Estado de derecho y generan un daño grave al sistema democrático, el discurso de ayer de Horacio Rosatti en la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham), demuestra que están decididos a terminar con el Congreso de la Nación y el Poder Ejecutivo. Por un lado, los supremos decidieron intervenir el Consejo de la Magistratura para decidir “ellos” el nombramiento de los jueces y paralelamente entrometerse en el Congreso sobre las mayorías y minorías para que no puedan nombrar a sus legítimos representantes.

Ayer Rosatti dio un paso más en sus decisión de querer gobernar el país sin el voto popular. Afirmó que la Constitución Argentina tiene cómo modelo económico al capitalismo (no existe ese concepto en la Constitución argentina) y opinó sobre cómo un gobierno debe manejarse en materia económica. “La Constitución manda a defender el valor de la moneda lo cual tiene que llamarnos la atención respecto de la expansión incontrolada de la emisión monetaria porque eso implica no defender el valor de la moneda y traicionar el mandato de la Constitución que está por encima de todos nosotros”, dijo Rosatti. Todo una patraña ya que la Constitución no dice que no se puede emitir. Sin lugar a dudas, es un paso más para decidir cómo se debe manejar el Poder Ejecutivo.

En estos momentos aciagos donde la derecha parece no tener límites y se percibe una gran debilidad en el peronismo y los trabajadores, es bueno recordar a Carlos Marx en El 18 Brumario, cuando decía que las revoluciones son como un topo. El topo de la Historia, que a veces desaparece, porque el topo va por debajo de la tierra. Pero nunca aparece para atrás, siempre va para adelante. Entonces hay que tener esperanzas de que el topo volverá pronto y pondrá fin a este sistema económico-judicial que quiere poner fin al peronismo a partir de políticas  brutales que solo traerán hambre y miseria.

 

 

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