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7 mayo, 2024
PAÍS

Día tras día, el gobierno de Milei profundiza la destrucción de la educación pública

El diputado libertario, Alberto “Bertie” Benegas Lynch, lanzó una nefasta declaración al apuntar contra el Estado y la injerencia que, a su criterio, ejerce sobre las decisiones que toman los padres con sus hijos. “No creo en la obligatoriedad de la educación”, dijo. Y agregó: “La libertad es también si no querés mandar a tu hijo a la escuela para que te ayude en el taller”.

Más allá de que, con toda justicia desde las redes sociales, y hasta desde dentro de su mismo espacio lo criticaron con dureza, hay que tener en cuenta que, al contrario de lo hecho por los gobiernos anteriores, el proyecto que encabeza Javier Milei no plantea ninguna función definida para el sistema educativo.

Ya durante su campaña electoral, el actual presidente planteó que había que eliminar la educación obligatoria. En realidad, no era una postura improvisada, sino que se trata de la concepción que muchos de los economistas ultraliberales y de la escuela austríaca enuncian como dogma.

A 120 días de haber asumido, queda claro que la característica particular de Milei es que no sólo no considera importante el sistema educativo para el modelo económico, sino que tampoco lo percibe como necesario para transmitir su ideología y sus valores. Este gobierno no confía en la escuela, en los docentes y en el currículum escolar como posibles portadores de los valores culturales que quieren difundir.

Volviendo a los indignantes dichos de Benegas Lynch durante una entrevista en radio Milenium, el legislador completó: “Muchas veces puede pasar en la estancia, y sobre todo en Argentina, que no te podés dar el lujo de mandar a tu hijo al colegio porque lo necesitás en el taller junto al padre trabajando y no lo puede mandar a la universidad”.

Y para que no queden dudas sobre su postura, agregó: “Yo no creo en la obligatoriedad de la educación. Es una responsabilidad de los padres. Vos a tu hijo le querés dar lo mejor”.

Uno de los primeros rechazos a tan nefastas declaraciones, provino de Unicef Argentina: “Trabajar aleja a los chicos y las chicas de su derecho a aprender, jugar y crecer felices”, tuiteó y agregó el posteo con el que a esa hora cada quién respondía en las redes: DerechoALaEducacion.

Incluso, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, se sumó a la ola de críticas que generaron los dichos de Benegas Lynch, en lo que fue la primera réplica de un miembro del Gabinete nacional: “La educación obligatoria fue propuesta en el contexto del pensamiento humanista liberal justamente para promover la libertad de los menores tutelados por adultos. Esto permite que los niños puedan educarse, ampliando sus horizontes, para desarrollar un proyecto de vida propio en el contexto de culturas cada vez más complejas, lo que vuelve imprescindible una alfabetización integral”.

Desde sus redes sociales, y sin mencionar directamente a Benegas Lynch, Pettovello prosiguió: “La libertad de enseñanza, hija de la libertad de conciencia, promueve que los padres sean los primeros y naturales educadores, pero esto no conlleva un dominio ilimitado sobre sus hijos. El Estado y la sociedad civil también forman parte de la tutela de la educación”.

Por su parte, el ex ministro de Cultura durante la gestión de Mauricio Macri, Pablo Avelluto, publicó en su cuenta de X: “Mi papá tuvo que empezar a trabajar a los 8 años. Nacido en 1938 e hijo único de madre soltera, en su casa no hubo alternativa. Lamentablemente, falleció hace muchos años. De estar vivo, iría a trompear al diputado ignorante para contarle de qué se trata el trabajo infantil”.

Mientras, el senador radical Martín Lousteau, presidente del Comité Nacional de la UCR, dijo: “le recuerdo a Benegas Lynch, el ideólogo de Javier Milei, que la ley 1420 de Roca estableció la educación obligatoria, que el trabajo infantil está prohibido (Ley 26.390) y que constituye, además, un delito penal (Ley 26.847, art. 148bis)”.

Este fin de semana, durante una videoconferencia Milei sumó más expresiones contra la educación pública, a la que definió como “una trampa” para los estudiantes, debido a que les enseñan socialismo en la escuela.

“Hay un conjunto de intelectuales dispuestos a defender ideas retrógradas, algunos por ingenuidad y en parte por el lavado de cerebro que ha hecho la educación pública. En especial, en el caso argentino. La Argentina en educación pública es chicos yendo a la picadora de carne. Entran en un sistema donde les lavan el cerebro y les meten las ideas socialistas en la cabeza”, sentenció.

Semanas atrás, en esta misma línea, el presidente había lanzado, en el cierre de un encuentro empresarial, que la educación pública “ha hecho muchísimo daño lavando el cerebro de la gente”. El Presidente, además, dedicó un párrafo furioso a la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA dentro del cual incluyó un cuestionamiento a las ideas Karl Marx.

Queda así demostrado que Milei detesta todos los logros del sector público, los aborrece permanentemente, por lo que sus ataques contra la educación pública es una manera más para justificar su “motosierra”, y hacer estragos también en la educación pública.

Y refleja, además, que nunca estudió en el sistema público, desconoce cómo funcionan sus universidades, los claustros, la autonomía y la libertad de pensar.

Milei lleva cuatro meses en el gobierno, no visitó todavía una escuela pública, pero anunció que no pagará el Fondo de Incentivo Docente, ni el Fondo de Garantía Salarial, ni el de Infraestructura, y solo anunció vouchers de ayuda para familias con hijos en escuela privada.

 

 

 

 

 

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