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26 abril, 2024
PAÍS

El Perón del ’73 que nunca leyó Macri ni Bullrich

Por Alfredo Silletta. Desde hace un tiempo, el presidente Mauricio Macri viene afirmando que “le gusta el Perón de 1973” y en las últimas horas, Esteban Bullrich expresó que también le gusta el Perón del ‘73 y que si el general viviera “votaría la lista de Cambiemos”. En realidad, ni Macri ni Bullrich nunca leyeron las Obras Completas de Juan Domingo Perón ni mucho menos a escritores como Scalabrini Ortiz, Jauretche, Abelardo Ramos, Galasso, Puiggros o Hernández Arregui por nombrar sólo algunos de los grandes escritores nacionales.

Para no extendernos a años anteriores, nos concentraremos en el año 1973, luego que Perón decidiera –al no poder ser él candidato porque lo habían proscripto- que la fórmula electoral para las elecciones de marzo fuera compuesta por Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima, nombres que irritaron a las fuerzas armadas.

El 4 de enero de 1973, Perón declarará en la revista Panorama que si las Fuerzas Armadas no aceptaran el triunfo del peronismo en las elecciones de marzo estarán las “formaciones especiales” para hacerla cumplir: “Si tuviera 50 años menos, no sería incomprensible que anduviera ahora colocando bombas o tomando justicia por propia mano”.

Hacia fines de enero, el general Lanusse se reunió con las máximas autoridades de las Fuerzas Armadas y expresaron su preocupación por el cariz de la campaña y dieron a conocer un comunicado para que firmaran todos los partidos políticos de ‘enfrentamiento a la subversión y de no liberación de los presos terroristas’. El peronismo se opuso y señaló que ‘el único pacto de garantías que tenemos es con nuestro pueblo’. En esos días, el gobierno militar intentó proscribir a Cámpora, pero Perón, rápido de reflejos, declaró que “en ese caso el candidato será el teniente Licastro, con lo cual, si Cámpora les cuesta, Licastro le costará mucho más, pues es joven y militar”.

Hacia el final de la campaña electoral, Perón tenía claro que era fundamental ganar en la primera vuelta, para que la dictadura no intentara ninguna maniobra fraudulenta.  En una de sus últimas proclamas Perón dirá que:

“Es indudable que, en las actuales circunstancias, se inicia la etapa electoral mas irregular y anacrónica de toda la historia política argentina. Es un fraude que, a pesar de que se lo ha querido hacer aparecer como legal, salta a la vista como una grosera maniobra tramada en contra de la mayoría.

A pesar de ello pienso que la ciudadanía argentina, si quiere librarse de los efectos presentes y las consecuencias futuras de una dictadura militar que viene azotando al país desde hace dieciocho años, es preciso que, aun en las peores condiciones de ecuanimidad y honestidad, intente como sea tomar el gobierno en nombre y representación de una civilidad nacional que tiene ante si la grave responsabilidad de salvar al país. (…) La disyuntiva es clara: liberación o dependencia. Para alcanzar esa liberación, será preciso por comenzar por liberarse de las fuerzas de ocupación que ha venido actuando y que pujan por establecer un continuismo inaceptable, en defensa de intereses que no son precisamente los de la Patria”.

Con el triunfo del peronismo el 11 de marzo de 1973, Perón estaba convencido que el país necesitaba una tregua económica para salir adelante. Su criterio se basaba en concretar un programa de nacionalismo económico que permitiera el desarrollo de la Argentina sin descuidar a los trabajadores. Igual que en su primer gobierno llamó a un industrial para el Ministerio de Economía: José Ber Gelbard. El empresario estaba vinculado a la Confederación General Económica (CGE) que agrupaba a las pequeñas y medianas empresas nacionales.

El 8 de junio el Parlamento aprobó el llamado ‘Pacto Social’ que se había forjado con el acuerdo de los sindicatos, la industria y el gobierno en torno a una serie de medidas que ayudaban a estabilizar los precios y redistribuir el ingreso de los asalariados. En síntesis el acuerdo social consistía en un congelamiento de precios, un alza de salarios en alrededor del 20 por ciento y la suspensión de las negociaciones colectivas de salarios por dos años. Todo esto sumado a un plan de austeridad en el sector público, un impuesto a las ganancias y a la tierra y créditos baratos a las empresas nacionales.

No paso mucho tiempo para que el llamado ‘Pacto Social’ comenzó a ser boicoteados por los sectores conservadores.  Muchos empresarios empezaron a sabotear el pacto y no entregaban sus productos en el mercado interno porque las ganancias en las exportaciones eran mayores. Todo ello produjo la mafia del mercado negro y la falta de productos de primera necesidad en las góndolas de los comercios.

Por otro lado, la Sociedad Rural comenzó una campaña sistematiza contra el secretario de Agricultura, ingeniero Horacio Giberti, porque había presentado un proyecto de Ley Agraria que proponía un aumento de la producción agropecuaria so pena de castigar con un impuesto a los grandes latifundistas que no invirtieran en la producción.

En su gobierno Perón avanzaría con un programa de nacionalismo económico junto a Gelbard: Ley de Inversiones Extrajeras; Impuesto a la renta normal y potencial de la tierra;  suspensión de desalojos rurales; conformación de empresas del Estado; nacionalización de las exportaciones de granos y carnes; nacionalización de los depósitos bancarios; eliminación de financieras  extranjeras; promoción minera; aplicación estricta de la ley de “compre nacional”; impuesto a la renta presunta para profesionales con más de diez años de ejercicio liberal de la profesión, entre otras medidas de nacionalización económica.

Ya en 1974, más exactamente el 12 de junio por la mañana, Perón se dirigió a los argentinos por radio y televisión y expresará duros conceptos hacia quienes estaban  promoviendo la contrarrevolución:  “Yo vine al país para lanzar un proceso de liberación nacional y no para consolidar la dependencia….Pero hay pequeños sectores, perfectamente identificados con los que hasta el momento fuimos tolerantes, que se empeñan en obstruir nuestro proceso: son los que están saboteando nuestra independencia y nuestra independiente  política exterior.(…)

Luego criticó a algunos ‘diarios oligarcas’ que insisten con el problema del mercado negro y el desabastecimiento y recordó que: “No hay que olvidar que los enemigos están preocupados por nuestras conquistas no por nuestros problemas. Ellos se dan cuenta de que hemos nacionalizado los resortes básicos de la economía y que seguiremos en esa tarea, sin fobia, pero hasta no dejar ningún engranaje decisivo en manos extranjeras”.

Muerto Perón, el 20 de septiembre de 1974 se aprobará en el Parlamento la Ley de Contrato de Trabajo (Ley 20.744), por la cual había bregado Perón y que la dictadura militar limitó seriamente. Hoy el mismo Macri lucha para eliminar lo que queda de esa ley que defendía al trabajador.

Volvamos al principio de esta nota. Hablan de Perón sin haber leído nunca a Perón.

 

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