En la Casa Rosada había una alegría indescriptible cuando se enteraron que habían condenado a 9 años de prisión a Lula da Silva, con la idea que se le prohíba ser candidato a presidente en el 2018, hoy primero en todas las encuestas. “Aprendamos de ellos, hoy terminaron con la carrera política de Lula y aprobaron una reforma laboral donde los trabajadores ya no tendrán vacaciones, con bajas en el salario mínimo, posibilidad de una jornada de 12 horas, ya no habrá beneficios con las mujeres embarazadas o con niños lactantes y ya no se pagará más salarios mensuales sino por hora de trabajo”, afirmaban en la Jefatura de Gabinete con una sonrisa de empresario con poder.
Hoy el presidente Mauricio Macri, agrandado por lo que sucedió en Brasil, salió a fustigar a los gremios y al fuego laboral, al que acusó otra vez de ser una “mafia” que impide el trabajo.
Luego fue nuevamente contra la procuradora Alejandra Gils Carbó a quien acusó de no ser “una procuradora imparcial como corresponde” y de promover causas “sin fundamento” contra su administración mientras obstruye “la investigación de los hechos de corrupción del gobierno anterior”. “Lamento que ella insista en permanecer en el cargo porque lo lógico es que siempre el presidente proponga un procurador y que el Congreso lo apruebe”, dijo también Macri, desconociendo que la ley le da carácter vitalicio a su cargo.
Ya sin ningún decoro, el presidente insistió que “es una militante política que ha obstruido la investigación de los hechos de corrupción del gobierno anterior y que ha desatado con fiscales que ella movió y designó irregularmente decenas de causas contra nuestro gobierno sin fundamento en la mayoría de los casos”.
La derecha está agrandada y van por todas las conquistas de los humildes en América Latina.