Quienes están cerca de Mauricio Macri, revelan que después de su discurso en el Congreso el primero de marzo, donde se mostró exultante, el ánimo del presidente está cayendo en picada: a medida que pasan los días, empieza a asimilar la idea de que su sueño reeleccionista está cada vez más lejos, y por lo tanto ya piensa que una derrota en octubre es posible.
Consciente de que los números no lo ayudan, justamente este mes se acumularán –tal vez como nunca antes en su gestión- índices lapidarios que no contribuyen a la supervivencia de Cambiemos en la cúspide del poder.
Mañana se conocerá oficialmente la inflación de febrero: rondará entre el 3,5 y el 4 %, y será mayor a la de diciembre y enero. En tanto, el jueves 21 se difundirá la tasa de desempleo, que volverá a subir. Y antes de que termine el mes, más precisamente el miércoles 28, se revelará cuántos nuevos pobres hay en el país. El último trabajó oficial registró 27,3%, y ya se sabe que se notará el impacto del récord inflacionario de 2018.
Como si esto fuera poco, a este cóctel explosivo se suman la constante suba del Riesgo País, un dólar que sigue sin control y la suba de las tasas de interés, a lo que se pueden agregar las demoledoras cifras que indican la caída de la industria, de la construcción y del consumo.
Para colmo, en abril y mayo se vienen los nuevos aumentos de tarifas (30 % de gas, 2 7% el agua y el restante 4% de luz).
Es lógico, entonces, que el nerviosismo sea moneda corriente en la Casa Rosada. Después de todo, sólo faltan cinco meses para las PASO, en agosto. Por eso mismo, cada vez más son los que se preguntan si habrá tiempo para empezar a revertir una tendencia tan negativa en el tramo final de la campaña.
El discurso oficial es que esta vez la gente no priorizará la economía a la hora de votar, pero interiormente saben que no será así, y que más temprano que tarde la ciudadanía pondrá en la balanza cuestiones claves que tienen que ver con si su estándar de vida mejoró o no en los últimos tres años.
1 comentario
El histérico discurso de Macri en el Congreso podría deberse, por una parte, a la posibilidad de perder con Cristina pero también, por otra parte, a no seguir siendo el candidato de Clarín y del FMI.
Para eso parecen estar preparando a Lavagna.