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19 marzo, 2024
OPINIÓN

La mirada de Jauretche sobre La Colonización Pedagógica

Por Darío Pulfer. La necrofilia argentina recupera a sus próceres y pensadores, casi con exclusividad, con motivo de la efeméride que recuerda su partida. Ello plantea una ritualidad, muchas veces vacía, que conspira contra la organización de una tradición con la construcción de una relación viva y dinámica con las figuras del pasado.

Arturo Jauretche no escapa a esa regla.

Al morir, en la fecha fatídica del 25 de mayo de 1974, se congregaron en la Recoleta dirigentes políticos, amigos y familiares para despedir los restos de quien fue considerado en ese momento un “maestro del lenguaje argentino (Tomás Eloy Martínez), parte de la intelectualidad reconocida (Alberto Szpunberg) o el político más lúcido del siglo (Jorge Abelardo Ramos). Corría el “año de la peste” que se había llevado a Juan José Hernández Arregui, a Alfredo Terzaga y al líder popular del momento.

Entre nosotros y esa fecha aparecen hitos en esa accidentada relación, así como de accidentada es nuestra propia historia. Momentos de silencio en el “proceso” y circulación marginal de su obra; tiempos de eclipsamiento en la época de Alfonsín; negación y olvido en los 90; acciones de recuperación y proyección pública en torno al 2001 hasta llegar a colocar en su recuerdo el “día del pensamiento nacional”. En ese tiempo se da la constitución por Corregidor de sus obras completas y aumenta nuevamente su difusión al calor del kirchnerismo. Luego, otra vez, el silencio…

En el año 1974 Jauretche dejaba tras de sí una larga experiencia política y más de una decena de libros enfocados a analizar el país desde diferentes ángulos.

Había pasado por el conservadurismo, el reformismo universitario, la unión antiimperialista latinoamericana, el radicalismo yrigoyenista, el forjismo para concluir su trayecto identificándose con el peronismo hasta sus últimos días, cuando aprobaba el curso del gobierno en declaraciones públicas, en soterrada controversia con los “viudos tristes” y los “jóvenes revolucionarios” de su propio espacio político.

Sus libros eran producto de su tardía vocación de publicista, originada en la expulsión del peronismo del estado, lo que le valió interdicciones, juicios y exilio. La escritura del Plan Prebisch, retorno al coloniaje, en noviembre de 1955, escrito en condiciones precarias y mientras desarrollaba campañas de prensa en EL LIDER y publicaba su periódico El 45, inició el análisis económico. En Los profetas del odio del año 1957 entabla discusión en el espacio intelectual polemizando con BorgesMartínez Estrada y los Irazusta. En Ejército y política incursiona sobre el papel de las Fuerzas Armadas en el destino nacional en un análisis de orden geopolítico con la tensión de la política exterior entre la “patria chica” y la “patria grande” latinoamericana. Política nacional y revisionismo histórico, del año 1959, trabaja sobre las relaciones entre política e historia sistematizando la argumentación recusatoria de la “historia oficial” y postulando el devenir dialéctico de la corriente historiográfica que defiende. Prosa de hacha y tiza y Filo, contrafilo y punta reúne polémicas acaloradas de los tiempos de Frondizi e Illia. Es en tiempos del onganiato en que Jauretche se vuelve bestseller: El medio pelo en la sociedad argentina (1966), Los profetas del odio y la yapa (1967) y Manual de zonceras argentinas (1968) constituyen una trilogía en la que trabaja sobre la problemática de las clases medias, la superestructura cultural con sus mecanismos de reproducción y los contenidos de la que configuran una “segunda naturaleza” de raíz dependiente. Poco antes de morir sale el primer tomo de sus “memorias”, Pantalones cortos. Quedan truncos dos trabajos, que había proyectado largamente.

Es en el agregado (“la yapa”) de la reedición de los profetas del odio en el que despliega su argumento sobre la “colonización pedagógica”. Categoría tomada de una cita de Eduard Spranger introducida en la literatura nacional por Jorge Abelardo Ramos en el año 1954, realiza por medios pacíficos la tarea de sumisión cultural, de autodenigración, de falsa identificación, de alienación a cuestiones y debates que no guardan estricta relación con la configuración cultural propia o la cuestión nacional irresuelta. La “colonización pedagógica” es descripta en sus mecanismos, en sus instrumentos y contenidos (las zonceras o aforismos sin sentido de los que hablaba Ortiz Pereyra en los años veinte). En ese recorrido Jauretche recupera el papel de la escuela en la formación de la sociedad argentina, en la configuración de la ciudadanía y en la construcción de una identidad nacional particular. Destaca el papel “nacionalizador” e “integrador” de la educación patriótica. Ese fue el rol que Jauretche le asigna a la educación en el proceso abierto con la formación del estado nacional, la inmigración y el modelo agrario. En esa recuperación presenta una interpretación particular sobre Sarmiento en la historiografía revisionista a la que adhiere. La figura del sanjuanino resulta para él la del mejor escritor argentino (“un Facundo que agarró pa’ los libros”) y un apasionado por el hacer comprometido con su época. El problema, para Jauretche, no era Sarmiento, sino los “sarmientudos” que hacían de él un hombres sobrenatural, inmarcesible, sin mácula. En ese marco, a la vez, lo coloca, sin contradicción, como el mayor creador de “zonceras” y en particular de la “que las parió a todas”, aquella dicotomía de “civilización y barbarie”.

Decíamos que habían quedado truncos dos materiales. El proyectado libro sobre geopolítica junto a Methol Ferré del que quedan rastros en algunos prólogos y comentarios y otro referido a la economía que fuera rescatado durante los años de plomo por su fiel editor, Arturo Peña Lillo con la audaz y comprometida ayuda de Norberto Galasso José P. Hernández al publicar Política y economía.

Pero volvamos a “la yapa” que constituye la mirada jauretcheana sobre la problemática educativa, repuesta en una reedición por la Universidad Pedagógica gracias a la gentileza de la Editorial Corregidor.

La obra es inserta ahora en una Colección de autores considerados “clásicos” de las diversas tradiciones intelectuales y pedagógicas argentinas (desde Sarmiento Ponce, pasando por J.V .GonzálezRojasTabordaMantovani), completando un plural abanico de voces sobre las cuestiones educativas pasadas y actuales.

Viene de ese modo a colocar a Jauretche en otra serie de lecturas, con otras compañías con las que no fue debidamente asociado en el pasado. Viene a proponer una relectura de “la yapa” en otro contexto (en el que, quizá, la transmisión sistemática de aforismos sin sentido transcurren por los medios y la red). Viene a saldar una situación de desconexión (solo comprensible si nos ajustamos a nuestra accidentada y dramática historia) difundiendo el material en el mundo educativo, siendo que básicamente fue leído y apropiado en los ámbitos políticos y parcialmente y en determinadas coyunturas por el mundo académico universitario.

La lectura de estos materiales en otro contexto y con otras claves puede contribuir a revisar algunas prácticas, diseños y propuestas educativas actuales. Y una vez más podemos volver al autor que nos convoca para recuperar algunos de sus legados: una mirada fresca, directa, llana y cuestionadora; el diálogo con otras corrientes de pensamiento en tono polémico; el análisis del proceso de transmisión cultural en la formación de la sociedad.

En tiempos de globalidad extrema, estas cuestiones cobran otra relevancia, y allí también habla Jauretche: se trata de ser universal desde lo nacional, avanzando en círculos concéntricos desde lo cercano, propio, próximo hacia lo regional, hacia lo mundial. Con identidad y proyectos enraizados en la propia singularidad cultural en el que la educación constituye el vehículo fundamental de transmisión.

*Profesor en Historia y Mg en Educación. Director de la Colección Ideas en la educación Argentina de la Editorial Unipe. Dirige el CEDINPE-Unsam (Centro de Documentación e investigación acerca del peronismo). La presentación del texto de Jauretche está disponible aquí.

El artículo fue publicado por el diario Infobae

 

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