El autocine, una modalidad que parecía casi extinta y circunscripta a unas pocas experiencias puntuales, o a su retrato nostálgico en películas ambientadas en los ’50 estadounidenses como “Grease” o “American Graffitti”, vuelve a ganar un impensado protagonismo, como alternativa de entretenimiento seguro en épocas de pandemia por el coronavirus.
Este último fin de semana, dos autocines empezaron a funcionar, uno en el predio de la República de los Niños en la localidad de Gonnet, partido de La Plata, y otro en el barrio porteño de Núñez, en tanto varios otros se sumarán en las próximas semanas para ampliar la creciente oferta que la gran pantalla puede darle a los fans del séptimo arte en tiempos de aislamiento social.
En este contexto, por la distancia que propone a los espectadores y el confinamiento del grupo familiar dentro del vehículo, la vuelta del clásico del autocine resulta un modelo ideal.
Con varias funciones diarias y bajo estrictos protocolos de seguridad sanitaria, el autocine en San Isidro fue el primero en abrir en la cuarentena. Y después, como en un efecto dominó, se sumaron distintos municipios de la provincia de Buenos Aires como Escobar, Canning y Cañuelas.
En promedio, el precio oscila entre los 1.000 y los $ 1.650 por vehículo.
Por regla general, en cada uno de los autocines pueden ingresar la cantidad de autos habilitados según la capacidad reglamentaria del predio. Una vez realizada la compra del ticket, le llegará al usuario un mail con la confirmación; mientras que en el ingreso se le escaneará el QR de la entrada. De esta manera, queda prohibido vender entradas en el lugar.
Además, es imprescindible que todos los vehículos que asistan cuenten con estéreo, ya que al llegar al predio el público recibirá indicaciones sobre qué dial sintonizar para poder escuchar el sonido a través de sus propios parlantes.