Tras un enfrentamiento frontal entre el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por la deportación de colombianos y la amenaza de imponer aranceles del 50% a los productos colombianos, el gobierno de Petro se vio obligado a ceder. Trump no solo deportó colombianos, sino también brasileños y mexicanos, y, como si fuera poco, amenazó con invadir Panamá para apropiarse del canal interoceánico.
En respuesta, Petro publicó un extenso escrito en el que advierte que Estados Unidos podría invadir su país y derrocarlo, tal como ocurrió con Salvador Allende en Chile. “Túmbeme, presidente, pero yo muero en mi ley. Resistí la tortura y lo resisto a usted”, expresó.
La carta, cargada de un tono épico, declara: “No quiero esclavistas al lado de Colombia; ya tuvimos muchos y nos liberamos. Lo que quiero al lado de Colombia son amantes de la libertad. Si usted no puede acompañarme, yo voy a otros lados. Colombia es el corazón del mundo y usted no lo entendió. Esta es la tierra de las mariposas amarillas, de la belleza de Remedios, pero también de los coroneles Aurelianos Buendía, de los cuales soy uno de ellos, quizás el último. Me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo que existió antes que el suyo, en las Américas. Somos pueblos de los vientos, las montañas, del mar Caribe y de la libertad”.
Continúa: “No nos dominarás nunca. Se opone el guerrero que cabalgaba nuestras tierras gritando libertad y que se llama Bolívar. Nuestros pueblos son algo temerosos, algo tímidos, ingenuos y amables, amantes, pero sabrán ganar el canal de Panamá, que ustedes nos quitaron con violencia. Doscientos héroes de toda Latinoamérica yacen en Bocas del Toro, actual Panamá, antes Colombia, que ustedes asesinaron. Yo levanto una bandera y, como dijera Gaitán, así quede solo, seguirá enarbolada con la dignidad latinoamericana, que es la dignidad de América. Esa dignidad que su bisabuelo no conoció y el mío sí, señor presidente inmigrante en los Estados Unidos. Su bloqueo no me asusta, porque Colombia, además de ser el país de la belleza, es el corazón del mundo. Sé que ama la belleza como yo; no la irrespete y le brindará su dulzura”.
Unidad y Patria Grande
El historiador Jorge Abelardo Ramos, en su libro Historia de la Nación Latinoamericana, afirma: “Somos un país porque no pudimos integrar una Nación, y somos argentinos porque fracasamos en ser latinoamericanos. Aquí se encierra todo nuestro drama y la clave de la revolución que vendrá. Ahí radica la tragedia de nuestro continente, dividido por la presión del imperialismo y las oligarquías nativas en el siglo XIX”.
Esta frase resume la tragedia de América Latina y expone su debilidad frente a las potencias. Bolívar, San Martín, Artigas y tantos otros soñaron con una unidad que no se concretó durante los albores de la independencia del Reino de España. Más tarde, Manuel Ugarte retomó ese sueño a principios del siglo XX, y Perón lo intentó con el ABC, una unión comercial entre Brasil, Argentina y Chile.
En 2005, durante la Cumbre de las Américas en Mar del Plata, los líderes latinoamericanos, encabezados por Lula, Chávez y Néstor Kirchner, sentaron las bases de una unidad regional al rechazar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). A esa generación de líderes se sumaron más tarde Evo Morales, Rafael Correa y Pepe Mujica, quienes impulsaron otros modelos de integración como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la CELAC.
Sin embargo, las presiones imperialistas volvieron a hacerse sentir, y hoy la región enfrenta nuevamente un predominio de gobiernos de derecha, con excepciones como Claudia Sheinbaum en México, Gustavo Petro en Colombia y Lula da Silva en Brasil. La tarea de lograr la unidad sigue siendo titánica, pero es el único camino para sacar a los pueblos de América Latina de la miseria.
Hace unos meses, este portal publicó un podcast que recuerda las voces de aquella histórica Cumbre de Mar del Plata. Volvamos a escuchar a esos patriotas para recuperar fuerzas en la búsqueda de la Patria Grande.
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