El Papa Francisco disolvió el Sodalicio de Vida Cristiana, la comunidad religiosa católica con sede en Perú, investigada durante años por denuncias de abusos sexuales y psicológicos cometidos por su fundador y otros responsables.
Según numerosos testimonios de exmiembros de la organización, Luis Fernando Figari y otros líderes del Sodalicio instauraron un sistema de fidelidad basado en la violencia, agresiones, vejaciones y abusos sexuales. Decenas de jóvenes aún arrastran secuelas de esos años y nunca encontraron justicia.
En 2023, tras años de denuncias, el Papa Francisco envió a Perú al arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y al sacerdote español Jordi Bertomeu con la misión de investigar los numerosos abusos cometidos dentro del Sodalicio.
En 2024, la Santa Sede expulsó a Figari de la organización y, finalmente, disolvió por completo el grupo. Desde su llegada al Vaticano, el Papa Francisco ha intervenido en varios grupos con características sectarias, como sucedió en Argentina con El Verbo Encarnado.
Fragmento del libro “Shopping Espiritual” de Alfredo Silletta (2008, Editorial Planeta)
“El Concilio Vaticano II produjo cambios profundos en la visión de la Iglesia, especialmente en América Latina, donde se estableció la opción preferencial por los pobres en la Conferencia de Medellín (1968) y luego en la Conferencia de Puebla (1979). La Iglesia sostuvo que la fe cristiana no debía limitarse al ámbito privado, sino que debía impactar en la vida pública y las relaciones sociales.
El compromiso con los sectores más vulnerables fue tal que el Departamento de Estado de los Estados Unidos publicó en 1969 un informe redactado por Nelson Rockefeller, titulado La Cruz y la Espada, en el que se denunciaba el papel de la Iglesia Católica y se recomendaba el envío de sectas conservadoras a América Latina.
Uno de los teólogos más influyentes en la opción por los pobres fue el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez. Sin embargo, en esos años convulsionados de América Latina, algunos laicos conservadores que rechazaban los cambios del Concilio Vaticano II formaron grupos ultraconservadores. Defendían la misa en latín y acusaban de comunistas a los sacerdotes comprometidos con la justicia social.
El grupo más radical de esa época fue Tradición, Familia y Propiedad (TFP), fundado por el brasileño Plinio Corrêa de Oliveira, que jamás aceptó los cambios en la Iglesia y se vinculó con las dictaduras más represivas del continente.
El joven peruano Luis Fernando Figari, junto a Francisco Tudela, participó en la fundación de TFP en Perú y, previamente, en los Escalones Juveniles Nacionalistas, un grupo extremista donde se entonaba el himno fascista “Cara al Sol” de Primo de Rivera.
Sin embargo, Figari, con vocación de liderazgo, decidió crear su propio movimiento. El 8 de diciembre de 1971, mientras cursaba estudios en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, fundó el Sodalitium Christianae Vitae (Sodalicio de Vida Cristiana). Junto a un grupo de amigos, comenzó a reclutar jóvenes, especialmente en el colegio religioso Santa María.
Con el tiempo, el grupo ganó reconocimiento y fue oficialmente aprobado en 1977 por el cardenal Juan Landázuri Ricketts, arzobispo de Lima. Posteriormente, se consolidó el Movimiento de Vida Cristiana, integrado por laicos consagrados, sacerdotes y matrimonios dedicados al apostolado. Finalmente, en 1997, el Vaticano reconoció al Sodalicio como Sociedad de Vida Apostólica Laical de Derecho Pontificio.
Actualmente, el Sodalicio afirma estar presente en casi todos los países de América Latina, así como en algunas naciones de Europa y Asia, con más de 15.000 miembros.
Desde el inicio, Figari se vinculó con colegios religiosos de élite, donde estableció la base de su grupo. Su método de captación fue agresivo, basado en técnicas sectarias y un rígido control sobre sus seguidores.
Figari y su culto personalista
Luis Fernando Figari ejercía autoridad absoluta sobre el Sodalicio. Sus seguidores creían que tenía una “relación directa con Dios” y que había recibido la misión de divulgar “la pedagogía divina en la Tierra”.
El sistema de captación del grupo comenzaba con una invitación a un retiro espiritual, donde los jóvenes eran convencidos de que eran elegidos por Dios. Se les enseñaba que serían calumniados por familiares y amigos, quienes no comprenderían su camino hacia la santidad.
Figari promovía la idea de que “el mundo exterior es el malo” y que los sodálites eran “perseguidos por su adhesión al Divino Plan”.
Los jóvenes eran presionados para vivir en comunidades cerradas, alejándose de sus familias. En sus escritos, Figari justificaba este aislamiento citando textos bíblicos y exaltando la vida comunitaria como un reflejo de las primeras comunidades cristianas.
Los miembros del Sodalicio eran sometidos a castigos físicos y psicológicos, que incluían interrupción del sueño, baños en aguas frías de madrugada y privación de correspondencia. Un exmiembro recuerda: “Nos despertaban en la noche y nos obligaban a nadar con frío, neblina y oscuridad. A veces, incluso nos ponían piedras en los trajes de baño”.
En sus libros, Figari también citaba constantemente pasajes como: “Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos” (Mateo 5:11-12).
El escritor Mario Vargas Llosa también criticó duramente al Sodalicio. En 2003, escribió: “El crecimiento de grupos como el Opus Dei, los Legionarios de Cristo y el Sodalicio de Vida Cristiana es un fenómeno preocupante en el Perú. Estas organizaciones han marginado a los sectores progresistas de la Iglesia y han radicalizado a la juventud conservadora”.
En 2001, el repentino fallecimiento de Germán Doig Klinge, vicario general del Sodalicio y número dos del grupo, generó una crisis interna. Los adeptos, convencidos de que era el elegido por Dios para suceder a Figari, rezaron durante días frente a su féretro esperando un milagro de resurrección, en un acto de fanatismo extremo”….
La disolución del Sodalicio de Vida Cristiana representa un nuevo golpe contra grupos ultraconservadores dentro de la Iglesia. El Papa Francisco, con su política de reforma, sigue interviniendo en comunidades con características sectarias, poniendo fin a décadas de abusos y manipulaciones.
1 comentario
Buenos días. Soy Julio Loredo de Izcue, peruano, y desearía rectificar algunas informaciones contenidas en este artículo.
Soy miembro fundador de “Tradición y Acción por un Perú Mayor”, nombre con el cual existe en el Perú la TFP (Tradición Familia Propiedad). En tal condición puedo afirmar que no es verdad, como afirma el artículo, que Luis Fernando Figari participó a la fundación de la TFP en el Perú. En 1969 Figari tuvo apenas una conversación con los que, en 1971, fundarían Tradición y Acción. Y la cosa acabó allí mismo. No tuvo ningún papel en su posterior fundación ni, mucho menos, en su gestión.
De su parte, Francisco Tudela siempre fue un amigo de Tradición y Acción, y yo mismo lo conozco personalmente, pero nunca fue miembro ni, mucho menos, fundador.
Espero que, a bien de la verdad, publiquen este mensaje.
Cordiales saludos.