“Listo. Ya tocamos fondo. No queda otra que empezar a despegar en algún momento”. Esas fueron las palabras de Mauricio Macri, aunque sin mucho convencimiento, que les trasmitió a las principales espadas de la coalición gobernante, con el objetivo puesto en mostrar que hay un Gobierno fuerte, más allá de la crisis en la que aparecen un dólar que no encuentra su techo y una inflación descontrolada, con los tarifazos en el centro del malhumor social y los mercados que, está claro, no confían demasiado en las medidas.
A pesar de que en los despachos oficiales hacen denodados esfuerzos para mostrar que hay total normalidad y que “la casa está en orden”, la preocupación está a la orden del día, y se refleja en la sucesión de nerviosas reuniones que se registraron en las últimas jornadas.
Es que la constante suba del dólar y el riesgo país, y más allá de los discursos que intentan llevar tranquilidad, por ahora ni en la Casa Rosada alcanzan a divisar la luz al final del túnel.
El hecho es que en medio de los nuevos sacudones financieros, el gobierno de Mauricio Macri volvió a atravesar una fuerte preocupación por la extrema volatilidad del mercado local, y después de varios cabildeos y de una seguidilla de reuniones, terminó por ratificar el rumbo económico y atribuir la situación a las turbulencias externas.
Una orden que bajó al equipo económico que lidera Nicolás Dujovne, es que se evite reaccionar todos los días con medidas ante cada situación generada por factores internos o externos.
De todas maneras, el mensaje es transmitir que, a pesar de todo, existe tranquilidad por cómo se está manejando este proceso, por lo que la idea es no tocar nada porque hay optimismo en el mediano plazo, pensando que finalmente se podrá revertir la situación.
Es más, consideran que las medidas monetarias, financieras y fiscales que se adoptaron y que se adoptarán, sumados a los cambios en el gabinete, generaron expectativas positivas, aunque cerca del despacho presidencial aseguraron que “va a llevar tiempo recuperar la confianza”.