Después de 4 años de destrato, los radicales ya piensan en armar bloques propios y dejar a Vidal

Resignada ya a una derrota en octubre, la gobernadora María Eugenia Vidal comenzó a trabajar en los últimos días en su futuro político después de diciembre y, en particular, en cómo liderar la oposición a un eventual gobierno de Axel Kicillof. No será una tarea fácil puesto que deberá impedir que sus socios radicales armen bloque separado y acepten seguir bajo su liderazgo, después de cuatro años de destrato, y evitar la fuga de otros aliados para tener poder de fuego en la Legislatura.

Si los números de las PASO se repiten, Cambiemos conservará -aún perdiendo- un número importante de legisladores en ambas cámaras. Si logra mantener la unidad, la alianza podría tener 44 bancas en Diputados -contra 46 del Frente de Todos- y 25 escaños contra 21 en el Senado, donde la futura vicegobernadora Verónica Magario, deberá negociar con la oposición sí o sí para sacar las leyes. Pero desde su génesis, los bloques de Cambiemos siempre fueron muy heterogéneos: conviven radicales de cuatro sectores distintos, vidalistas, ex peronistas, monzoístas, sindicalistas y legisladores que responden a intendentes macristas. La proyección electoral de Vidal los mantenía unidos, pero eso desapareció tras la derrota del 11 de agosto.

Tras las PASO, afloraron las diferencias y la grieta quedó en evidencia. Es que los radicales, particularmente, se vieron sometidos a distintos destratos por Vidal a lo largo de su mandato desde el día uno, cuando sólo lograron ocupar un único lugar, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, en el gabinete de la gobernadora. Lo mismo les ocurrió en el armado de las listas: Vidal habilitó los lugares estrictamente necesarios y luego cerró filas en torno a funcionarios de extrema confianza y otros ignotos que responden al jefe de Gabinete, Federico Salvai.

Los radicales tienen hoy 9 bancas en Diputados -eran 10, pero un diputado jugó por Consenso Federal aunque sigue en el bloque- y 7 en el Senado, pero además gobiernan en 29 intendencias donde van por la reelección. Tras la derrota de Vidal que dan por segura en octubre, los radicales ya piensan en el rol que debería asumir la UCR frente al nuevo oficialismo, y en ese marco, ya hablan de armar bloques separados, aunque tal vez funcione como “interbloque” con el PRO. Piensan en recuperar su identidad que quedó desdibujada en Cambiemos, no quieren seguir subordinados a Vidal y buscan un referente que reemplace al actual vicegobernador y titular del Comité Provincia, Daniel Salvador, quien no defendió a sus correligionarios como esperaban.

Un sector que ya está afuera del “vidalismo” es el de Emilio Monzó, el jefe de la Cámara de Diputados, quien fue excluido de las listas por Vidal. Hoy tiene cuatro diputados y dos senadores: después de diciembre seguirán dos. Aunque siguen en el bloque por ahora, ya avisaron que están afuera. Uno de ellos, el diputado Guillermo Bardón, fue quien le pidió autocrítica a Vidal en la reunión que mantuvo con los legisladores oficialistas tras la derrota. ¿Habrá acercamiento al peronismo?

Otros que están en duda son los ex peronistas que se sumaron en los últimos años a la “revolución de la alegría” y hoy forman parte del bloque de Diputados como Santiago Passaglia -hijo del ex ministro de Salud del peronismo, Ismael Passsaglia-, Mario Giacobbe y María Elena Torresi -esposa del dirigente peronista Osvaldo Mércuri-. Unos días después de las PASO circuló el rumor de que ya habían dejado el bloque, que por ahora desmienten.

A estos legisladores se suman los que responden a los intendentes del PRO, cuyo poder dependerá de cómo les vaya en octubre. El caso de Jorge Macri es la excepción porque ganó, pero justamente porque logrará su reelección y porque es el jefe del PRO bonaerense tal vez busque otro rol dentro de las decisiones de la nueva oposición.

Por último, están las bancas ligadas al ministro de Gobierno, Joaquín De la Torre, quien logró poner a salvo de la ola derrotista a su pago chico, San Miguel. Hoy posee un legislador, el senador Lucas Fiorini, y logró ubicar a su jefa de Gabinete, Catalina Buitrago, en un lugar “entrable” en las listas de la primera sección.