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16 abril, 2024
OPINIÓN PAÍS

Las Multinacionales de la Fe invaden América Latina para frenar a los movimientos populares

Por Alfredo Silletta. “El evangelista Billy Graham señala que puede predicar en una sola noche todo lo que el discípulo Pablo hizo en su vida. En realidad, mientras las estimaciones históricas ubican la cantidad de oyentes de Jesús a lo largo de toda su vida en no más de treinta mil personas, la Iglesia Electrónica, con el aporte de los satélites, permite que mil millones de personas puedan ser alcanzadas simultáneamente por el mensaje del Evangelio”. Así comenzaba Multinaciones de la Fe, un libro que publiqué hace más de 30 años en el que relataba la invasión silenciosa de los grupos evangélicos, vinculados a la Nueva Derecha norteamericana, sobre Centroamérica primero, y luego hacia toda la región de América Latina, con una intención simple de manipular a los pueblos del sur.

La historia de la Iglesia Electrónica comenzó en 1950 cuando el popular evangelista Billy Graham realizó una serie de programas radiales que produjeron gran sensación. Un año más tarde hizo su debut en la televisión. Pero el mérito de ser el primer evangelista con un programa semanal televisado será de Rex Humbard, quien comenzó en 1953 y en 1958 inauguró la Catedral del Mañana en Ohio, la primera iglesia utilizada como estudio de televisión. Luego lo siguió Oral Roberts con su poder de ‘sanidad’ y las curaciones a través de sus manos sobre la pantalla. El auge de los predicadores electrónicos llegaría en la década del sesenta para ya no irse más de la pantalla.

Hasta aquí, nada que opinar, cada uno cree en lo que quiere. El problema se produjo a mediados de la década del setenta cuando se dio la primera alianza estratégica entre la Nueva Derecha norteamericana y los teleevangelistas que le permitió el triunfo electoral a Ronald Reagan en 1980.  Richard Viguerie expresó en su libro The New Right que: “Existen aproximadamente 85 millones de americanos (cincuenta millones de protestantes de fe renovada, treinta millones de católicos de moral conservadora, tres millones de mormones y dos millones de judíos conservadores y ortodoxos) para conformar una coalición Pro-Familia  seguidora de la Biblia… La separación de la Iglesia y el Estado no significa la separación de Dios y el gobierno”.

La Alianza entre la Nueva Derecha y los teleevangelistas llevó a la creación de grandes corporaciones como La Voz Cristiana, la Mayoría Moral y la Mesa Redonda Religiosa que se encargaron de movilizar a miles de ministros, pertenecientes a iglesias locales que sirvieron como presión para que la administración Reagan defendiera sus valores. Por su parte, estas mismas organizaciones se convirtieron en la avanzada de penetración ideológica en toda América Latina. En 1981 crearon el Instituto sobre Democracia y Religión que se encargó especialmente de Nicaragua y El Salvador, criticaba duramente a las iglesias históricas protestantes y al catolicismo por ‘hacerle el juego al marxismo’.

Esta Alianza de la Nueva Derecha norteamericana y los telepredicadores norteamericanos produjo una verdadera invasión de programas religiosos hacia América Latina en la década del setenta y ochenta. Estos programas, doblados al español, transmitían el estilo de vida de la clase media norteamericana, la defensa abierta de la política de Estados Unidos y especialmente la lucha contra el avance del comunismo. Las primeras experiencias las realizaron en Centroamérica y Brasil, para luego extenderse a todo el continente. Los más conocidos en aquellos años fueron el Ministerio de Jimmy Swaggart, el Club 700, el Club PTL y al evangelista Red Humbard. En radio se destacaron Swaggart, el Club PTL, Luís Palau Responde y el Hermano Pablo, especialmente en Centroamérica.

Mientras que la Iglesia Católica de aquellos años se había comprometido con la Teología de la Liberación y la defensa de los pobres, estos predicadores planteaban una  religión puesta al servicio de la legitimación del sistema capitalista y en especial a sus fuentes de dominación y desigualdad social. Estas religiones acentuaban el individualismo, pregonaban que la salvación no era colectiva sino individual con el Señor.

Uno de los fenómenos de dominación se produjo en Brasil, a partir del nacimiento en 1977 de la Iglesia Universal del Reino de Dios. El autoproclamado Obispo Edir Macedo armó un verdadero imperio político-religioso.  Miles de templos en todo Brasil, diputados, cadenas de televisión, diarios y bancos con incidencia en la dirigencia política.

Macedo copió de los predicadores norteamericanos la llamada Teología de la Prosperidad.  Su intención fue convertir al Brasil en un Estado religioso y gobernar con mano dura y mesiánica. Lo logró el año pasado con el triunfo de Jair Bolsonaro.

Por estos días, en Bolivia se produjo un golpe de Estado, donde el factor religioso tuvo un rol fundamental. En las primeras horas, la autoproclamada presidenta Jeanine Añez y el fascista Fernando Camacho aparecieron en el Palacio Quemado con Biblias gigantes. Hay que recordar que en las elecciones de octubre el pastor evangélico surcoreano nacionalizado Chi Hyun Chung salió tercero con el 9 por ciento de los votos.

En la Argentina todavía el fenómeno político evangélico no creció demasiado. En las últimas elecciones la fórmula de Juan José Gómez Centurión y Cinthia Hotton no superaron el 2 por ciento de los votos, pero debemos reconocer que cumplieron un rol importante para impedir la aprobación de la Ley que otorgaba a las mujeres el derecho a optar por la interrupción del embarazo. La campaña conocida como las “dos vidas” o los “pañuelos celestes” le permitió a Amalia Granata obtener unos 300.000 votos para ser elegida diputada provincial en Santa Fe.

La política de Estados Unidos hacia América Latina incluye la lucha ideológica en distintos estamentos. Por un lado, la doctrina de la Seguridad Nacional que produjo una serie de golpes sangrientos en los años ‘70 y ‘80 que parecían estar terminados, pero que lamentablemente parecen resurgir a partir del golpe de estado en Bolivia.

En paralelo, las políticas monetaristas del neoliberalismo  que endeudan a nuestros países en forma brutal y luego exigen “ajustes” a costa de los derechos de los trabajadores.

Por último, en los sectores populares penetran a través de una religión individualista y proamericana, donde solo importa la salvación individual que lleva a la despolitización. Muchas iglesias evangélicas -no todas- trabajan sobre los sectores más necesitados y terminan haciendo campaña por partidos de derecha.

 

 

 

 

 

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Alfredo Silletta

2 Comentarios

FRANCIS 22 noviembre, 2019 at 1:03 pm

TENDREMOS QUE PREOCUPARNOS EN QUE NO GANEN ESPACIO , Y EN FOMENTAR SOLIDARIDAD Y PROYECTOS COLECTIVOS CONTRA INDIVIDUALISMO

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AMI 14 septiembre, 2020 at 10:36 pm

Muy bueno el artículo Seguí escribiendo sobre esto. Es importante ver como trabajan estos grupo Muchos no tienen idea de que se van desviando del evangelio de Jesucristo y se los introduce en un partido político que pregona el nuevo orden mundial Muchos nos hemos encontrado con esto Hay que investigar como se metieron los liberarios y antivacunas, en grupos que son gente que verdaderamente sigue a Cristo GRACIAS POR TU APORTE

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