Las encuestas de los últimos meses resultan cada vez más lapidarias sobre la visión que tiene la ciudadanía sobre él. Es que los cuatro interminables años de su gestión de gobierno evidentemente contribuyeron para que su imagen caiga inexorablemente a la hora de hacer una evaluación. Por eso mismo, resulta al menos curioso que Mauricio Macri busque de manera desesperada recuperar algún lugar en el centro del escenario político.
Desde el mismísimo interior de Juntos por el Cambio ya vienen relegando al ex presidente a un segundo plano, eclipsados como están por el fulgurante ascenso del jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta en las preferencias del electorado cambiemita.
En realidad, estos manotazos de ahogado arrancaron allá por mediados de octubre, cuando Macri reapareció públicamente después de haber dejado el gobierno, en un raid mediático que lo llevó a ser “entrevistado” por comunicadores amigos en canales de TV amigos.
Como no podría ser de otra manera, Macri se mostraba como lo que es: oportunista, marketinero, hablando para la tribuna de los odiadores y, fiel a su estilo, negador de la realidad y mentiroso. Y por supuesto, levantando la bandera por el “no al atropello a las instituciones”, y remarcando la necesidad de “restablecer la normalidad en el país”.
En el colmo de su cinismo, y sin ponerse colorado, Macri señalaba una y otra vez que “uno puede cometer errores como lo hizo mi gobierno en materia económica, pero siempre alentamos el respeto por nuestras instituciones, la transparencia. Sin un presidente que defienda la Constitución no hay futuro. El resto se puede ir corrigiendo. Mi primera tarea como presidente de la Nación fue defender la Constitución. Es lo que se hace para contener los atropellos en el poder y lo que la gente reclamó hoy”.
Así, el ex jefe de Estado parecía olvidar las atrocidades que cometió durante su gestión, avasallando esa Constitución que dice defender: desde la designación por decreto de dos jueces para la Corte Suprema; la eliminación, por la misma metodología, de la Ley de Medios o los turbios manejos que llevó adelanta con total impunidad y el silencio de los medios, sobre la Justicia.
Y más allá de que el rédito de aquellas charlas amistosas no rindieron los frutos que él esperaba, el ex mandatario no se resigna a perder protagonismo, y de ahí que en los últimos tiempos viene optando por recurrir a las redes sociales para transmitir sus sensaciones y marcarle la cancha al Gobierno con las medidas en las que no está de acuerdo, además de capitalizar las marchas opositoras contra la gestión del Frente de Todos y recomendar columnas de opinión.
Ayer mismo lo hizo con la carta pública en la que, para reivindicar su gestión y atacar a la administración de los Fernández, no eligió mejor camino que disparar contra el cierre de la base aérea de El Palomar.
En otras palabras, lo que está buscando es posicionarse resaltando la institucionalidad de su gestión y el choque con el kirchnerismo.
Mientras tanto, Cristina Kirchner parece empujar a Macri al medio de la cancha, y él hace lo mismo con la vicepresidenta. Por ejemplo, CFK afirma que en Argentina la Corte Suprema dirigió el proceso de Lawfare del que se siente víctima, y que “esa articulación se desplegó en nuestro país con toda su intensidad desde la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia de la Nación”. Y Macri responde que Cristina “tiene una agenda propia que busca bloquear, dominar y someter a la Justicia”.
En pocos días más arranca 2021, año electoral, por lo que todo indica que las críticas de Macri al gobierno nacional probablemente vayan creciendo en intensidad, en paralelo a la defensa de su gestión.
Como Cristina, ahora Macri lanza una carta pública y ataca al Gobierno: “¿Iban a volver mejores?”