Por Eduardo D’Argenio.- Las especulaciones y pronósticos estaban a la orden del día. En la previa del acto que ayer encabezó Cristina Kirchner, no eran pocas las voces que se esperanzaban en que la vicepresidenta ofrecería, al menos, contundentes señales sobre una posible candidatura. Sin embargo, lejos de anuncios altisonantes, quienes se hicieron presentes en La Plata en busca de una definición sobre su futuro inmediato, se retiraron del Teatro Argentino con sabor a poco.
Ya de entrada, nomás, apenas inició su discurso, los cánticos insistían en aquello de “¡Cristina presidenta!”, que valió un freno por parte de CFK: “No se hagan los rulos”, replicó, con una sonrisa. Y más tarde, cuando el público volvió a pedir que vuelva a ser candidata, fue más clara: “No, no se trata de una sola persona. Se trata de un programa de gobierno”. Y para que no quedaran dudas, los atajó: “No, presidenta no. Yo ya viví, ya dí lo que tenía que dar”.
A lo largo de casi una hora y media, quien fue dos veces presidenta prefirió desilusionar a todos aquellos que esperaban algún anuncio o, al menos, un indicio sobre sus pasos inmediatos, teniendo en cuenta que los tiempos apremian y las PASO están a la vuelta de la esquina.
De ahí que Cristina puso el eje y centralizó su clase magistral en la cuestión económica, y aprovechó para condenar la convertibilidad de Domingo Cavallo, y rechazar la dolarización que propone Javier Milei.
“Nos vienen a decir que lo que fracasó años atrás hoy puede ser la solución. Nos vienen a proponer lo mismo, y estamos discutiendo lo que fracasó hace veinte años”, aseguró.
Sin necesidad de nombrarlo, fue más que evidente la intencionalidad de subir al ring al candidato libertario que no deja de crecer en las encuestas. Puede ser vista como una jugada de riesgo, pero sabido es que, a lo largo de su carrera política, Cristina nunca dejó de hacerlo. Después de todo, logró que la primera reacción desde Juntos por el Cambio fuera el enojo por haberlos desplazado como centro de las críticas, para posicionar en ese lugar al postulante de la ultraderecha.
“¿Qué quieren con esto de la dolarización?”, cuestionó la vicepresidenta. “Cuando reflotan estas teorías que tanto daño le hicieron a la sociedad uno se pregunta: ¿Es posible? No me quieran convencer de que tenemos que volver para atrás para solucionar este presente y el futuro”.
Y, ya más picante, disparó: “Esos mamarrachos que dicen que ‘la casta’ tiene miedo, ¿de qué te tenemos miedo? Si nunca te pasó nada, hermano. ¡Caraduras! “¿Qué me venís a joder? ¿De dónde te tenemos miedo?”.
Por otra parte, en ningún momento hizo referencia a la decisión de Alberto Fernández de no competir por la reelección, aunque criticó, sin nombrarlo, el modo de gestión del presidente, cuando se refirió a la dificultad para contener la inflación y la corrida cambiaria de los últimos días. “Este es el problema de gobernar y querer conformar a todos. Al final, terminás enojando a todos”.
El hecho es que el kirchnerismo esperaba alguna señal sobre los alineamientos y candidaturas en medio de un operativo clamor que insiste en subirla a un ring del que ella misma ya se había bajado. Sin embargo, y tal como viene ocurriendo en los últimos actos, la vicepresidenta optó por ejercitar una ambigüedad que dejó a la dirigencia ensayando distintas interpretaciones.
“La política no solamente es decir sino que también es vivir: hay que debatir, hay que bajar a discutir, a pelear por las ideas, a pelear por la Patria, a pelear por la historia y la memoria”, subrayó la vicepresidenta.
Y no fue un dato precisamente menor que ella misma planteara la necesidad de crear un programa de Gobierno: “Tenemos que ver cómo vamos a manejar nuestros recursos; tenemos que saber qué vamos a hacer con el Litio; tenemos que definir cómo vamos a manejar lo que se va a dar a partir de la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner con Vaca Muerta; pero también tenemos que saber que no hay salvaciones milagrosas”.
Y cerró: “Nos va a salvar el trabajo, la tecnología, la innovación, cuidar los recursos, y generar la distribución del ingreso, que reproduce una sociedad más justa y más equitativa”.
Justamente, la única pista que lanzó sobre el año electoral -al pedir un plan de gobierno- CFK recordó su referencia a intendentes y militantes para que saquen su “bastón de mariscal”, pero “no para dárselo por la cabeza a otro compañero o compañera”, mientras los representantes de todas las líneas internas del Frente de Todos que colmaban el teatro, no dejaban de aplaudir.
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