La renuncia de Pablo Moyano a la conducción de la CGT generó alegría en el gobierno, que creyó haber doblegado a los líderes de la Central Obrera, dispuestos a negociar sin recibir nada a cambio. Sin embargo, la ignorancia del gobierno es supina: desconocen la historia del país y del movimiento obrero. Como decía Perón: “El bruto siempre es peor que un malo, porque el malo suele tener remedio, el bruto no”.
La ruptura en la Central Obrera permitirá que muchos gremios, algunos más pequeños y otros grandes como el SMATA (donde ya había renunciado Paco Manrique), la UOM con Abel Furlán, los Bancarios con Sergio Palazzo, los Aeronavegantes con Juan Pablo Brey, Canillitas con Omar Plaini, y la AFIP con Pablo Flores, entre otros, puedan conformar una CGT de los Argentinos combativa frente a este gobierno cruel. A ellos podrían sumarse además las dos CTA.
La decisión de los “gordos” de abrir un diálogo con el gobierno durante los próximos meses recuerda el rol de la CGT en 1966, cuando, tras el golpe militar de Onganía, bajo la conducción de Augusto “Lobo” Vandor, la central decidió negociar con el gobierno y alejarse de Perón, con la consigna: “Para salvar a Perón, hay que estar contra Perón”.
Fue entonces cuando Perón decidió estrechar lazos con la dirigencia juvenil, lo que se conoció como “trasvasamiento generacional”, y criticó duramente a la conducción sindical:
“No me importa prescindir de un conglomerado amorfo y pactista como el de la CGT actual. No en vano la gobierna Vandor, que es un negociador típico, diplomado en dar las volteretas que sean necesarias con tal de sobrevivir. No les extrañe si corto relaciones con esta patulea infame”.
Perón estaba muy enojado ya que, el día de la asunción de Onganía, estaban en la primera fila del Salón Blanco de la Casa Rosada dirigentes como Vandor, Taccone, Niembro, Izzeta, Coria, Alonso y Cristofoli. No solo eso, publicaron un documento de apoyo:
“Ante la situación que vive la República, como consecuencia de un gobierno que pretendió dar al país la dimensión de un comité político, signado por la corrupción y el aventurerismo, y el total desprecio hacia el pueblo y la Nación para servir intereses de minorías oligárquicas y antinacionales, las 62 Organizaciones cumplen con el deber de ratificar su permanente posición en la defensa de los derechos populares y de los supremos objetivos de la nacionalidad”.
Perón volvió a cargar contra estos colaboracionistas:
“Dirigentes que no se sientan con fuerzas para empeñar la lucha decisiva tienen la obligación de entregar su cargo. Falta ahora una juventud decidida y enérgica que, como en 1943, quiera tomar el destino en sus manos. (…) Existen grupos de dirigentes sindicales más o menos obedientes a la presión oficial, y otros que son abiertamente colaboracionistas. Es así como el sindicalismo nacional ha ido cediendo a la descomposición impuesta por la dictadura militar”.
No pasó mucho tiempo para que naciera la Confederación General del Trabajo de los Argentinos (CGTA), bajo la conducción de Raimundo Ongaro, del gremio de los gráficos, junto a portuarios, petroleros, azucareros, Luz y Fuerza, Farmacia, y Construcción, entre otros sectores, incluidos sindicalistas de izquierda.
La CGT de los Argentinos se puso a la vanguardia de las luchas populares contra la dictadura, contando con el apoyo de Perón, así como de abogados y defensores de presos políticos como Rodolfo Ortega Peña y Luis Duhalde, y del periodista Rodolfo Walsh.
En una carta escrita por Perón a Ongaro, meses antes de la ruptura, el general expresó:
“La llegada de ustedes es una esperanza para el futuro del peronismo. Es preciso que luchen por imponer los cambios que serán saludables porque la descomposición ha cundido ya peligrosamente en nuestros organismos, y porque, con un enemigo al frente, no se pueden aceptar algunas cosas que están ocurriendo. Todo se nos presenta favorable en el futuro y cuando la fortuna nos tiende la mano, es preciso que haya alguien que atine a asirse. Me temo que, en las circunstancias actuales, pocos estén en condiciones de hacerlo porque están en otra cosa. (…) El peronismo no es de nadie porque, precisamente, es de todos y todos tenemos la obligación de defenderlo y servirlo, con una idea de conjunto y apartados de todo otro interés que no sea el del pueblo y de la nación, como siempre hemos entendido los verdaderos justicialistas”.
Mientras tanto, la Central Obrera actual ha decidido pactar con este gobierno cruel del presidente Milei, que arrasa con los argentinos. Los gremios que no se consideran cómplices deberán organizarse y lanzar rápidamente una nueva CGT de los Argentinos que defienda los intereses de los trabajadores y del pueblo en su conjunto.
Es la hora.