Desde el Gobierno se esfuerzan por mostrar que “la casa está en orden”, pero ni ellos se lo creen. El síntoma que con más contundencia golpea por estas horas a la Casa Rosada, es la distancia que -con nada de inocencia- marcó María Eugenia Vidal sobre la postura ligth que levantó Marcos Peña. Es que el jefe de Gabinete intentó minimizar algo que ve todo el mundo: un país, la Argentina, que está sobre un volcán, y donde los temores y la incertidumbre por lo que pueda pasar, ya no mañana, sino en cuestión de horas, están a la orden del día.
Cuando la gobernadora bonaerense dijo este mediodía que “estamos ante una dificultad y no reconocerlo es no entender lo que le pasa a la gente”, era obvio que el destinatario de sus palabras era Peña, quien más temprano llegó a asegurar que no se está frente a “un fracaso económico”.
Y para que quede clara su postura, Vidal redobló la apuesta: “Entendemos lo que pasa, no vivimos en una burbuja. Vamos a hacer todo lo posible para cuidar el trabajo”, teniendo en cuenta que “la inflación les pega a los que menos tienen, a los que no llegan a fin de mes, y nuestra tarea es trabajar para paliar eso”.
Es más, crece en el interior de Cambiemos, el reclamo para que, al menos, Macri muestre algo de autoridad y desplace a Peña y al ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, al ser ellos algo así como las caras visibles de esta locura que se transita.
Quien también se desmarcó del falso discurso del “aquí no pasa nada”, fue el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, cuando durante su discurso en el Consejo de las Américas admitió que hubo “errores forzados y no forzados” por parte del Gobierno. “Es el momento de transmitir templanza, seguridad, confianza. Eso no se debe confundir con falta de humildad”, mientras planteó que “no hay que subestimar los problemas” que enfrenta el país.
Y a diferencia de Peña, no descartó la posibilidad de que haya cambios en el gabinete. “Estamos atravesando un río embravecido, pero tenemos un capitán que lleva el timón con mucha firmeza, por lo que los marineros, el equipo, es totalmente prescindible”. Agregó que “el equipo puede cambiar, como también los instrumentos de políticas que logren los objetivos que nos hemos fijado al inicio de la gestión”.
Mientras tanto, se suceden afiebradas reuniones entre los distintos integrantes del Gobierno, buscando una respuesta ante un panorama que presenta más dificultades hora tras hora. Ya saben que, a esta altura, una nueva arremetida del juez Claudio Bonadio contra Cristina, o el resucitar la causa por la muerte de Alberto Nisman, resultarán insignificantes frente a la caótica situación por la que atraviesa el país, ante la virtual ausencia de autoridad. Después de todo, Macri termina de demostrar su peligrosa debilidad para hacer frente a lo que ocurre, y que se reflejó con su discurso de ayer y la respuesta del mercado.
A propósito de ese mensaje, en el que el presidente anunció que ya se había acordado con el FMI el adelanto de fondos, hoy el periodista Carlos Pagni revela, en su columna en el diario ‘La Nación’, que “la impresión predominante ayer en los principales bancos y fondos de inversión es que Dujovne no apareció porque estaba en desacuerdo con la medida. Sería gravísimo, porque es quien negocia con el Fondo y con los gobernadores. Hasta las 5 de la tarde lo único que trascendía era que Christine Lagarde había mantenido una discusión muy áspera con Macri”.
Como broche de oro, esta ausencia de poder real que se transmite desde la Casa Rosada, da pie para que cualquier especulación, versión o rumor pueden ser creíbles. Tanto, que hasta están quienes ya empezaron a hablar sobre la posibilidad de un gobierno de transición de aquí hasta las elecciones de octubre de 2019. ¿Y quiénes se harían cargo?: la hipótesis más fuerte es que esa gestión de emergencia estaría encabezada por el senador Miguel Ángel Pichetto, acompañado por la gobernadora Vidal.