Envalentonada con las elecciones del domingo pasado, la gobernadora María Eugenia Vidal ya sueña con las reformas que podría conseguir si repite los números en octubre y consigue tener quórum propio en el Senado. Hay dos que la desvelan: dividir La Matanza y cambiar el estatuto docente.
Si Cambiemos repite los números que obtuvo en las PASO en cada sección electoral, Vidal atravesará la segunda parte de su mandato con una Legislatura fortalecida: lograría ingresar 34 legisladores provinciales, contra 24 de Unidad Ciudadana y 11 del frente 1 País. En el Senado, podría conformar un bloque de 25 escaños, lo que permitiría contar con quórum propio; en Diputados también engrosaría su tropa, pero todavía necesitaría de aliados para contar con la llave que le permita sesionar y aprobar proyectos. A los 20 diputados que tiene hoy se sumarían 22 a partir de diciembre, con lo que quedaría con 42 como primera minoría y a cinco del quórum propio.
Ese escenario favorable a Cambiemos también le permitiría realizar reformas que hasta ahora no pudo implementar pero que tiene en carpeta. La primera es dividir La Matanza, el distrito más populoso y en el que aún Cambiemos no logra penetrar electoralmente, que conduce la intendenta Verónica Magario a quien la mandataria ve como una eventual amenaza de cara a 2019. Tiene, además, una rivalidad personal con la intendenta.
El proyecto de ley para dividir a La Matanza en cuatro municipios ya fue agitado por el presidente de la Cámara de Diputados, Manuel Mosca, en 2016. Pero finalmente su tratamiento se estancó en la Comisión de Asuntos Municipales que está en manos del massista Juan Andreotti. Pero claro que, a partir de diciembre, también de repetir los números escasos que sacó en las PASO, el frente 1 País también sufrirá cambios, tendrá menos legisladores y dejará de contar con el poder legislativo que tiene hoy lo que incluye el manejo de comisiones clave.
La segunda reforma que Vidal tiene en carpeta es la modificación del Estatuto Docente (ley 10.579) lo que abrirá un nuevo enfrentamiento con los gremios docentes y, en especial, con el líder del SUTEBA, Roberto Baradel, a quien Cambiemos demonizó este año en el marco de la pelea salarial y no logró derrotar. Primero buscó desacreditarlo y jugó a favor de su rival, Romina Del Plá, en las elecciones del gremio, pero le salió mal: Baradel volvió a ganar y será el jefe del SUTEBA por cuatro años más. Después, extendió el conflicto por cinco meses con el único objetivo de no romper el techo salarial del 18% impuesto por la pauta inflacionaria y de disciplinar al sector, la mandataria terminó ofreciendo una suba 27% para cerrar la discusión conforme se acercaba la campaña.
A lo largo de esa discusión, Vidal intentó mil veces poner un tema central sobre la mesa: el presentismo docente. Quiso atar un porcentaje de la suba a una baja de los niveles de ausentismo, que el mismo gobierno debe encargarse de controlar pero terceriza en la misma empresa que lo hacía en la gestión anterior. Este es sólo uno de los temas que Vidal quiere impulsar a través de cambios profundos en esa ley neurálgica para los maestros.