Por Alfredo Silletta. El presidente Mauricio Macri ya avisó que será el jefe de la campaña electoral de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires el próximo año. Confía en María Eugenia Vidal, pero la última palabra será de él. Sabe que si pierden en territorio bonaerense no podrá avanzar en sus políticas económicas y muy difícilmente logre la reelección en 2019.
El presidente mira todos los días encuestas y sabe que el peronismo unido, con o sin Cristina, ganas las elecciones de medio término en la provincia. De allí que trabaja para que el peronismo vaya dividido el próximo año. Los responsables de esta difícil tarea son Marcos Peña y Emilio Monzó. La intención es entregar todo lo que tengan que entregar –cargos, seguridad jurídica, no carpetazos- para que Florencio Randazzo y algunos intendentes del Grupo Esmeralda rompan el peronismo y vaya con lista propia, sin participar de la interna.
La idea del gobierno no quiere decir que sea la idea de Florencio Randazzo y los intendentes que lo siguen. Por ahora se sabe que el ex ministro de Interior y Transporte avisó que si las condiciones están dadas jugará el próximo año. Reconoce su círculo íntimo que si la ex presidenta juega no la enfrentará. No por respeto, sino que hoy todas las encuestas dicen que una fórmula Cristina-Scioli está entre 35 y 38 puntos y quizás el año próximo supere los 40.
La esperanza de Randazzo es que Cristina no juegue y entonces enfrentaría a Daniel Scioli. Ya se sabe que “el flaco” armaría una fórmula con Julián Domínguez, quien ayer aviso que “ningún procesado” puede ser candidato, como vetando a la ex presidenta y a Scioli.
Hoy por hoy, la mayoría del peronismo, de los intendentes del Grupo Fénix o intendentes kirchneristas apoyarían a Scioli en caso que Cristina no participe. Lo que piden los intendentes de este sector es que la ex presidenta no utilice la lapicera para armar las listas, algo que ella prometió en algunas reuniones.
El ex gobernador hoy tiene un discurso muy duro contra las políticas macristas y tanto él como Cristina coinciden en que el próximo año se votará una propuesta clara y contundente para frenar “la institucionalización del ajuste”. “Si Randazzo quiere ir a las PASO las tendrá”, dicen desde este sector.
Tanto Peña como Monzó, amigo personal de Randazzo, no quieren las PASO, no es negocio para Cambiemos, quieren que el ex ministro utilice su partido Hacer por Buenos Aires para armar lista por afuera, cosa que el peronismo vaya dividido. Esta propuesta gurka de algunos randazzistas tiene sus contras. La ley electoral dice que una lista separada tiene que llegar diputados nacionales, provinciales y concejales, con lo cual es muy riesgoso para los intendentes ir por afuera. Ninguno aceptaría correr el riesgo de perder la mayoría de los concejos deliberantes. Lo mismo sucedería con el Movimiento Evita que tiene diálogo con Randazzo. “Una cosa es ir a las PASO y otra es romper el peronismo para ir por afuera y hacerle el juego al macrismo”, dicen sus dirigentes.
El próximo año la disputa será entre apoyar las políticas de ajuste de Cambiemos o ser oposición enfrentándolas. De allí que la ancha avenida del medio se convertirá en una calle demasiada angosta. Esta situación puso tensa a Margarita Stolbizer que percibe que su posibilidad de una fórmula con Sergio Massa cada día queda más desdibujada por lo cual salió a cuestionar al gobierno de Macri por no “meter presa a Cristina”.
En los últimos días circuló con fuerza entre los intendentes y legisladores la versión de algunos randazzistas “negociando poder” con Cambiemos para ir por afuera, sabiendo que el peronismo podría perder las elecciones. No cayó bien en la dirigencia del peronismo.
Faltan ocho meses para el cierre de listas y más allá que los medios hegemónicos insistan una y otra vez que el peronismo está acabado, su dirigencia ayer en todas las tribunas insistió que “la unidad estará en la calle junto a los trabajadores”. Ese parece ser el mejor camino para plantarse a Cambiemos.
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