Más allá de las sonrisas y de los reconocimientos mutuos, ellas, más que nadie, saben que sigue latente una interna que las separa y las enfrenta. Porque tanto la gobernadora María Eugenia Vidal como la diputada Elisa Carrió, no podrán evitar que esas diferencias vuelvan a resurgir en cualquier momento. Es que a partir del triunfo de Cambiemos en las elecciones del domingo, las miradas de ambas ya tienen una dirección fija: las presidenciales del 2019.
En el caso de la mandataria bonaerense, es bien consciente de que fue ella quien se puso “el equipo al hombro”, y logró que dos figuras que hicieron silencio durante la campaña, como Esteban Bullrich y Gladys González, lograran un resonante triunfo nada menos que ante Cristina Kirchner.
Sin lugar a dudas esa victoria, obtenida, dicho sea de paso, en un territorio históricamente hostil para toda fuerza que no sea peronista como es la provincia de Buenos Aires, le otorga a Vidal los lauros suficientes para imaginarse como la sucesora de Mauricio Macri dentro de dos años.
De acuerdo a distintas encuestas, la gobernadora tiene una imagen positiva superior al 60 %, y una imagen negativa relativamente baja en comparación con otros dirigentes: 33 %. Además, otro beneficio, no menor, es su pertenencia a Cambiemos desde la primera hora, lo que representa una fuerte ventaja, pero al mismo tiempo anticipa una posible grieta interna ante el sueño reeleccionista de Macri en 2019.
En el caso de Carrió, pasó de lograr apenas 1,82 % en las elecciones nacionales de 2011, y algo más de 3 puntos en las PASO de 2015, a cosechar más votos que Macri y Horacio Rodríguez Larreta en la Capital, el territorio emblemático donde nació el espacio que hoy gobierna el país. En el medio anunció un par de veces su retiro de la política, pero nunca lo concretó. El hecho es que la fundadora de la Coalición Cívica tiene además una imagen negativa menor a la del presidente (37% vs. 39,6%).
Las diferencias entre ellas no son nuevas. En el entorno de la gobernadora sostienen que “Lilita cada tanto aparece poniendo piedras en el camino”, y lo que más molesta, claro, es que lo haga públicamente, como fue su pedido de expulsión del jefe de la Policía Bonaerense, Pablo Bressi, al asegurar que estaba vinculado al capo narco Miguel Angel “Mameluco” Villalba. Vidal dijo que no había pruebas de eso y lo respaldó por varios meses más. Como si fuera poco, cíclicamente Carrió no disimula sus diferencias con el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo.
Pero el momento de mayor tensión entre ellas se registró en los primeros meses de este año, mientras se estaban definiendo las precandidaturas para las PASO de agosto. Fue ahí cuando Vidal decidió que Carrió no bajara a territorio bonaerense, lo que determinó, en consecuencia, que lo hiciera en la ciudad de Buenos Aires. En algún momento, la mandataria provincial evaluaba la alternativa de posicionar como candidato a senador al intendente de Vicente López, Jorge Macri, pero ahí fue la fundadora de la Coalición Cívica quien logró imponer su veto al primo del presidente.
Demás está decir que después de su resonante triunfo del domingo, Carrió intentará capitalizarlo como propio, aunque en el macrismo saben que no todos los votos le pertenecen. En Cambiemos no dejan de destacar que tanto el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, como Macri, son también responsables de este resultado y que, definitiva, fueron ellos quienes lograron la resurrección de Lilita.
1 comentario
No va a tardar mucho tiempo para qe veamos cómo se matan entre ellos.