Un objetivo que se transformó en obsesión: en el cortísimo plazo, para Mauricio Macri es más que imprescindible mostrar que hay un nuevo orden, menos permisivo. Y qué mejor que apuntar con todos los cañones hacia la comunidad mapuche, el nuevo y gran enemigo interno para esta guerra declarada por el Gobierno.
En los últimos días, el presidente se comunicó con Sebastián Piñera, el candidato chileno electo en primera vuelta, quien le hizo saber que está decidido a enfrentar de manera mucho más dura el conflicto que tiene en el sur de su país. Por eso mismo, Macri espera que en el balotage del 17 de diciembre triunfe el postulante conservador, para poder encarar una lucha conjunta contra aquellos focos que no duda en calificar como de “alta peligrosidad”.
De ahí que la atención se centra en los movimientos de quienes forman parte de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). Por esa razón, en las últimas reuniones con sus colaboradores se insiste en la necesidad de “cambiar la estrategia” de las fuerzas de seguridad para enfrentar a un adversario “que es poco numeroso, pero con alta capacidad de daño”, según dicen en el Gobierno.
Sin embargo, y más allá de los relatos que hablan sobre entrenamientos de sus miembros en distintos países o que reciben dinero y sofisticado armamento de organizaciones terroristas de Medio Oriente, hasta el momento las armas de mayor peligrosidad encontradas durante los allanamientos fueron gomeras, martillos, serruchos y boleadoras…
Y como no podría ser de otra manera, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, volvió a defender ante Macri la actuación de la Prefectura en el enfrentamiento en el que murió el joven mapuche Rafael Nahuel, con un balazo en la espalda.
Por su parte, el secretario de Seguridad, Eugenio Burzaco, se reunió en Bariloche con jefes de las cuatro fuerzas (Gendarmería, Prefectura, Policía Federal y Aeroportuaria), oportunidad en la que se acordó empezar a trabajar de manera conjunta “ante la amenaza potencial de grupos violentos”.
Para el Gobierno, resulta vital que a partir de lo que ocurrió el sábado durante la represión de los prefectos, que terminó con la muerte de Nahuel, se trabaje de manera más coordinada entre las distintas fuerzas, para prevenir ataques o tomas de tierras.
Para que no queden dudas sobre los alcances de esta nueva estrategia, ayer el presidente, durante su visita a Chaco, aseguró que “el Gobierno está decido a tomar medidas, porque grupos minoritarios quieren llevarnos a la violencia.