En medio de un clima enrarecido, fogoneado como no podría ser de otra manera por el macrismo y los medios hegemónicos, la extensión en el tiempo de la protesta que lleva adelante la Policía bonaerense, demuestra que más allá de la legitimidad de reclamar mejoras salariales, el objetivo es más que evidente: erosionar la figura del gobernador Axel Kicillof.
En este contexto, retirados y exonerados de la fuerza, además de funcionarios de algunos municipios que alentaron las movilizaciones, marcan una sintonía fina con dirigentes de Juntos por el Cambio. No deja de resultar llamativo que Florencia Arietto, la ex funcionaria de Patricia Bullrich, haya hablado el domingo pasado en TN respecto a que se estaba organizando una “protesta general” de los policías.
Y de inmediato retornaron los fantasmas que trajeron las imágenes y los difíciles momentos que se vivieron allá por diciembre de 2013, con amotinamientos de los uniformados no sólo en la provincia de Buenos Aires, sino también en Córdoba y Tucumán. El entonces mandatario bonaerense, Daniel Scioli, les otorgó un aumento de haberes superior al 50 %.
Volviendo a los focos de sublevación de las últimas horas, surge la pregunta de por qué la Bonaerense eligió este momento, en pleno crecimiento de los contagios por coronavirus, para salir a la calle a exteriorizar su bronca, a menos de nueve meses de haber asumido el gobierno de Kicillof.
Anoche, en su programa por C5N, Alejandro Bercovich reflejó, a través de un pormenorizado cuadro en el que aparecían las cifras oficiales de los índices de inflación de los últimos años, cómo la administración de María Eugenia Vidal había maltratado salarialmente a la fuerza de seguridad, y sin embargo, durante aquel período dejaron de lado cualquier reclamo.
El periodista mostró que en 2016 los sueldos de los policías estuvieron un 3 % por debajo de la inflación; en 2017, el 1 %; en 2018 fue mucho más duro, con el 12 % de pérdida, y peor todavía un año más tarde, en 2019, cuando se llegó al 17 %. Por lo tanto, el saldo de los cuatro años de Vidal como gobernadora, fue una pérdida de más del 30 % del poder adquisitivo de los salarios.
Mientras tanto, cuando ayer el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni. y el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, evaluaron “un retraso del 30 %” en el salario policial”, y anunciaron que el Gobierno provincial tenía subas previstas en un Plan Integral de Seguridad que se anunciará mañana, se supuso que eso calmaría los ánimos, pero no fue así.
De ahí que con el correr de las horas, y a medida que se multiplicaban las protestas, quedaba claro que sectores de la oposición buscaban ponerle todavía más fuego al conflicto salarial, con alientos más o menos explícitos.
En este contexto, lo más burdo fue el comunicado de Juntos por el Cambio, en el que, en lugar de instar a los efectivos a que depongan su actitud, le reclamó al gobernador Kicillof que “atienda los reclamos salariales”.
Como si fuera poco, el texto de aval a la protesta alterna críticas al Frente de Todos y elogios a las políticas de Cambiemos en materia de seguridad: “En la gestión de María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo la calidad del trabajo policial mejoró”, afirma la declaración.
En tanto, ex oficiales de la Bonaerense intentaban convencer a los efectivos en cada una de las zonas, a veces con éxito y otras con rechazos, y los referentes que aparecían eran oficiales o suboficiales que tuvieron peso durante la gestión de Vidal.
El primero que aparece apuntado es el jefe de la fuerza, Daniel Alberto “El Fino” García, porque es su tropa la que rompió la disciplina. Después de todo se trata de quien fue el número 2 del anterior titular de la fuerza, Fabián Perroni. Sin embargo, Berni mantuvo a García en el cargo pese a ser un hombre de directa relación con el anterior ministro, Cristian Ritondo.