
Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador Axel Kicillof retomaron ayer el diálogo directo, luego de meses de silencio. El acercamiento se produjo tras el anuncio de Cristina como candidata a diputada provincial por la Tercera Sección Electoral y después del multitudinario acto que encabezó Kicillof ante 40.000 personas, acompañado por 40 intendentes, la CGT, las dos CTA y diversos movimientos sociales.
Ambos que han leído a Perón, saben que si el objetivo es la unidad, hay momentos en que “hay que tragarse algunos sapos”. Lo decía el propio Perón: “La mía es la más ingrata de todas. Me tengo que tragar el sapo todos los días. Otros se lo tragan de cuando en cuando. En política todos tienen que tragar un poco el sapo, pero yo más. Yo hago aquí de padre eterno. Bendigo orbe et urbi. (…) Estoy para llevar a todos, buenos y malos. Porque si quiero llevar solo a los buenos, voy a quedar con muy poquitos. Y en política, con muy poquitos no se puede hacer mucho”.
El lunes por la noche, en una entrevista con C5N, Cristina confirmó su candidatura. El martes, tomó la iniciativa y se comunicó con Kicillof. Fuentes cercanas aseguraron que la charla fue breve y cordial, y que quedaron en seguir conversando en los próximos días.
El gesto busca ser el primer paso para reconstruir un camino de unidad en un peronismo tensionado por internas crecientes, especialmente entre el kicillofismo y el kirchnerismo duro.
El diálogo entre Cristina y Kicillof ocurre en un contexto de malestar entre los intendentes, muchos de los cuales están enfrentados con Máximo Kirchner y su conducción del PJ bonaerense. También hay críticas a la actitud de algunos legisladores camporistas, a quienes acusan de poner trabas a la gestión provincial. En paralelo, también hay bronca en el Instituto Patria, especialmente por declaraciones del funcionario provincial Carlos Bianco, quien dijo que “se dejen de joder con Axel y apoyen sin chistar”.
La intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, declaró en el streaming Gelatina que Cristina ya había tomado contacto con el gobernador: “Ella siempre busca hablar con Axel. Si no lo hizo, sé que lo hará. Cristina no tiene ningún problema en llamarlo”.
Tanto Cristina como Kicillof saben que divididos pueden perder, pero también que la unidad por sí sola no garantiza el triunfo. Por eso, coinciden en que es fundamental volver a conquistar a la sociedad, recuperar el vínculo con el electorado y construir una propuesta que enamore.
La unidad aún no está sellada. Quedan por cerrar alianzas y listas, y los intendentes exigen tener libertad para definir las candidaturas locales, sin imposiciones de La Cámpora. Algunos ya advierten que, si no se respetan esos acuerdos, irán con boleta corta por fuera del PJ. En Avellaneda, por ejemplo, fueron terminantes: “Queremos la unidad, pero sin La Cámpora en las listas.”
Un histórico militante peronista resumió el momento con crudeza: “En 2015 nos tragamos el sapo de Scioli; en 2019, el de Alberto; en 2023, el de Massa. Esta vez, Cristina va a tener que tragarse unos cuantos sapos más, si quiere que esto camine.”